Explotación, trabajo y salud.
enviarCNT de Bilbao
No hace muchas fechas, en el Carnaval de Bilbao, hubo una comparsa que, parodiaba bajo el título “Carnicería La Patronal “, un mostrador de de esta actividad comercial, el cual estaba lleno de vísceras, troncos, brazos y demás extremidades. Evidentemente se trata de un elemento al estilo de las películas truculentas, pero no dejaba de reflejar la situación pasada y actual de los trabajadores. La legislación vigente en cuanto a materia de seguridad laboral, siendo benevolentes, suficientes para aplicarla, ni voluntad aparente de hacerlo, esto sin contar con que los representantes sindicales en esta materia, son en su mayoría inoperantes. Podríamos ahondar en el tema y escribir varios capítulos sobre todo este sistema, pero quizá convenga destacar a modo de ejemplo cuatro de ellos. - Productividad y Destajo - Precariedad Laboral - Enfermedades Laborales - Accidentes de Trabajo Pretendemos con esto denunciar enérgicamente la situación en que se encuentran algunos sectores de producción: construcción, sector industrial, industria química, etc..Quizá el sector más llamativo sea el de la construcción, por la repercusión que suele tener en los medios de comunicación. Este sector destaca principalmente por el trabajo a destajo, el tipo de contrataciones de las ETTs y el sin número de empresas subcontratadas, que a su vez subcontratan, para llevar a cabo una obra sea de carácter oficial o privado. ¿A qué situación nos lleva estos tipos de contratación?. Pues a que la seguridad brille por su ausencia, a que los destajos y horas extras hagan que el trabajador vea mermada su capacidad física y mental corriendo riesgos innecesarios, muchos de los cuales conducen a la muerte. La precariedad laboral es otra de las constantes en el actual mundo del trabajo. No es la primera vez, y no hablamos a humo de pajas, que cuando ha sucedido un accidente laboral, pongamos en la construcción, de la obra contigua salgan huyendo operarios ante la presencia policial. Qué significa esto, hoy en día hay empresarios que recurren a mano de obra ilegal, tanto inmigrantes, como foráneos. Esta es una de las facetas de la precariedad laboral, ya que estos trabajadores nunca podrán reclamar un incumplimiento, puesto que no existe ningún tipo de contrato y les será imposible demostrarlo. Las enfermedades laborales siguen sin ser reconocidas, tanto por la Administración, como por las empresas, estas, a sabiendas, que en muchos casos han utilizado determinados materiales y no han puesto los medios precisos para la seguridad, lo que a la larga han hechos que los trabajadores hayan contraído enfermedades mortales sumamente dolorosas. El enriquecimiento a costa de los trabajadores, la contaminación de los ríos, mares y atmósfera, fue una constante durante muchas décadas. Cuando en los años ochenta, noventa y posteriores, los movimientos ecologistas y algunos sindicatos comenzamos a denunciar estas prácticas, la respuesta con que nos encontrábamos era siempre la misma, el desprestigio, el chantaje y el ganarse la impopularidad de la población. Los costes de adaptación eran caros, decían, y claro esto podría repercutir en la reducción de puestos de trabajo y en el peor de los casos el cierre de la planta de producción. Una táctica por supuesto miserable, acostumbrados a ganar dinero a espuertas y de inversión cero en cuanto a seguridad y medio ambiente. Esto ha costado y costará un número difícil de pronosticar de muertes por cáncer; por ejemplo, los producidos por el amianto; prohibido en gran parte de Europa desde 1976, y que en España se retrasó hasta el 2002. Pero no es sólo ese materia; los derivados producidos por las petroquímicas, sílice, polvo de madera, fibras minerales ratifícales, cromo, benceno, plomo y componentes utilizados en invernaderos industriales, son potencialmente, sin medidas de seguridad, originarios de enfermedades mortales. Sin embargo esta terrible lacra no es reconocida como accidente o consecuencia laboral, ni por la Administración ni las empresas. La falta de medios, la escasa investigación y la política del avestruz hacen que la mayoría de estos trabajadores, penen errando en busca de soluciones, por el único delito cometido de haber dedicado gran parte de su vida a la empresa. Por último, en el capítulo de accidentes laborales, las cifras son escalofriantes. En el año 2006, cerca de un millón de trabajadores causaron baja en su puesto de trabajo. Cerca de mil de estos accidentes fueron mortales. Las cifras oficiales hablan de un descenso de un uno por ciento con respecto al 2005. Cabe deducir que en el año 2006, han fallecido “solo “, diez trabajadores menos. Enloquecedora estadística. Para echar cohetes. Este es el modelo económico en que estamos inmersos. Las leyes no tienen validez, no hay medios, ni voluntad. ¿Qué nos espera?. De nosotros depende.
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No hace muchas fechas, en el Carnaval de Bilbao, hubo una comparsa que, parodiaba bajo el título “Carnicería La Patronal “, un mostrador de de esta actividad comercial, el cual estaba lleno de vísceras, troncos, brazos y demás extremidades. Evidentemente se trata de un elemento al estilo de las películas truculentas, pero no dejaba de reflejar la situación pasada y actual de los trabajadores. La legislación vigente en cuanto a materia de seguridad laboral, siendo benevolentes, suficientes para aplicarla, ni voluntad aparente de hacerlo, esto sin contar con que los representantes sindicales en esta materia, son en su mayoría inoperantes. Podríamos ahondar en el tema y escribir varios capítulos sobre todo este sistema, pero quizá convenga destacar a modo de ejemplo cuatro de ellos. - Productividad y Destajo - Precariedad Laboral - Enfermedades Laborales - Accidentes de Trabajo Pretendemos con esto denunciar enérgicamente la situación en que se encuentran algunos sectores de producción: construcción, sector industrial, industria química, etc..Quizá el sector más llamativo sea el de la construcción, por la repercusión que suele tener en los medios de comunicación. Este sector destaca principalmente por el trabajo a destajo, el tipo de contrataciones de las ETTs y el sin número de empresas subcontratadas, que a su vez subcontratan, para llevar a cabo una obra sea de carácter oficial o privado. ¿A qué situación nos lleva estos tipos de contratación?. Pues a que la seguridad brille por su ausencia, a que los destajos y horas extras hagan que el trabajador vea mermada su capacidad física y mental corriendo riesgos innecesarios, muchos de los cuales conducen a la muerte. La precariedad laboral es otra de las constantes en el actual mundo del trabajo. No es la primera vez, y no hablamos a humo de pajas, que cuando ha sucedido un accidente laboral, pongamos en la construcción, de la obra contigua salgan huyendo operarios ante la presencia policial. Qué significa esto, hoy en día hay empresarios que recurren a mano de obra ilegal, tanto inmigrantes, como foráneos. Esta es una de las facetas de la precariedad laboral, ya que estos trabajadores nunca podrán reclamar un incumplimiento, puesto que no existe ningún tipo de contrato y les será imposible demostrarlo. Las enfermedades laborales siguen sin ser reconocidas, tanto por la Administración, como por las empresas, estas, a sabiendas, que en muchos casos han utilizado determinados materiales y no han puesto los medios precisos para la seguridad, lo que a la larga han hechos que los trabajadores hayan contraído enfermedades mortales sumamente dolorosas. El enriquecimiento a costa de los trabajadores, la contaminación de los ríos, mares y atmósfera, fue una constante durante muchas décadas. Cuando en los años ochenta, noventa y posteriores, los movimientos ecologistas y algunos sindicatos comenzamos a denunciar estas prácticas, la respuesta con que nos encontrábamos era siempre la misma, el desprestigio, el chantaje y el ganarse la impopularidad de la población. Los costes de adaptación eran caros, decían, y claro esto podría repercutir en la reducción de puestos de trabajo y en el peor de los casos el cierre de la planta de producción. Una táctica por supuesto miserable, acostumbrados a ganar dinero a espuertas y de inversión cero en cuanto a seguridad y medio ambiente. Esto ha costado y costará un número difícil de pronosticar de muertes por cáncer; por ejemplo, los producidos por el amianto; prohibido en gran parte de Europa desde 1976, y que en España se retrasó hasta el 2002. Pero no es sólo ese materia; los derivados producidos por las petroquímicas, sílice, polvo de madera, fibras minerales ratifícales, cromo, benceno, plomo y componentes utilizados en invernaderos industriales, son potencialmente, sin medidas de seguridad, originarios de enfermedades mortales. Sin embargo esta terrible lacra no es reconocida como accidente o consecuencia laboral, ni por la Administración ni las empresas. La falta de medios, la escasa investigación y la política del avestruz hacen que la mayoría de estos trabajadores, penen errando en busca de soluciones, por el único delito cometido de haber dedicado gran parte de su vida a la empresa. Por último, en el capítulo de accidentes laborales, las cifras son escalofriantes. En el año 2006, cerca de un millón de trabajadores causaron baja en su puesto de trabajo. Cerca de mil de estos accidentes fueron mortales. Las cifras oficiales hablan de un descenso de un uno por ciento con respecto al 2005. Cabe deducir que en el año 2006, han fallecido “solo “, diez trabajadores menos. Enloquecedora estadística. Para echar cohetes. Este es el modelo económico en que estamos inmersos. Las leyes no tienen validez, no hay medios, ni voluntad. ¿Qué nos espera?. De nosotros depende.
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