Mujeres precursoras del feminismo
Miguel Correas
Hipatia de Alejandría
Revista Orto nº 193
Hipatia nació en 355/370 en Alejandría (Egipto), cuando este
país estaba bajo el dominio del Imperio Romano, y murió en el 415 de N. E. Fue
hija del filósofo, matemático y astrólogo Teón de Alejandría. El cual introdujo
a su hija en los estudios de astrología, matemáticas y física, etc.; también en
las diversas ramas de las ciencias filosóficas. Fue inventora de varios
instrumentos relacionados con la geografía y la física. El abogado Sócrates
Escolástico la define así: “Había una mujer en Alejandría que se llamaba
Hipatia, hija del filósofo Teón, que logró tales conocimientos en literatura y
ciencia, que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo.
Habiendo sucedido a la escuela de Platón y Plotino, explicaba los principios de
la filosofía a sus oyentes, muchos de los cuales venían de lejos para recibir
su instrucción”.
Surgen dos preguntas cuando se lee la biografía de la
científica alejandrina: ¿Fue Hipatia la primera científica conocida? ¿Fue la
primera matemática de la historia en Occidente? La respuesta a esas dos
preguntas es negativa, no fue la primera mujer científica de esta parte del
planeta Tierra. La primera matemática conocida, a día de hoy, fue Teano de
Crotona, la cual participó en la Escuela Pitagórica, y fue esposa del sabio
nacido en Samos, el gran matemático y filósofo Pitágoras, considerado el primer
matemático puro. La Escuela Pitagórica, caso raro para la época, admitía tanto
a hombres como mujeres en sus aulas. Su padre la inició en la teoría de los
Ptolomeos respecto a la estructura del sistema solar, en el cual según ellos la
Tierra era el centro del sistema y todo lo demás giraba a su alrededor.
Hipatia lideró la escuela neoplatónica del siglo V en
Alejandría. Hace unos pocos años se puso de moda el personaje, gracias a la
magnífica película de Alejandro Amenábar de título Ágora, sobre la científica
egipcia. Amenábar se inspiró en la versión histórica que de ella hizo el
divulgador científico Karl Sagan, el cual cometió errores de bulto en su relato
sobre Hipatia de Alejandría, ya que no está documentado que Hipatia diera
clases en la Biblioteca de Alejandría, o que dicho edificio fuera destruido
mientras asesinaban a la filósofa neoplatónica. Ello no quita que la obra de
Amenábar es de una gran belleza artística y de un encomiable y riguroso trabajo
cinematográfico. La científica alejandrina fue conocida, en vida, por su gran
honestidad, su enorme amor a la verdad, que defendía frente a la censura o
deformación de esta. A sus clases asistían alumnos (sólo hombres) de diversas
religiones y creencias: cristianos, paganos y judíos.
Sus clases eran un ejemplo de diversidad cultural, religiosa
y étnica. Así era la Alejandría del siglo V: un gran emporio cultural y económico.
Un buen ejemplo del estado de prosperidad material y científica (en sus
diversas ramas) fue la construcción de la Biblioteca más importante de la época
en todo el mundo (se compraban cientos de libros de variados países y numerosas
lenguas), y como reflejo visual de tal prosperidad se construyó, en el puerto
de Alejandría, un espectacular faro, que adquirió fama en todo Occidente. Sobre
su vida personal se conoce muy poco. Permaneció soltera toda su vida; hay quien
lo atribuye a su pensamiento neoplatónico y a su dedicación entera al saber y a
la docencia.
En la Alejandría del siglo V se respiraba un ambiente de
profunda intelectualidad y respeto. Es pues, en ese ambiente de convivencia
religiosa y de amor a la sabiduría donde nace y se cría la gran filósofa
Hipatía. Se mantuvo al margen de los conflictos entre paganos y cristianos, lo
cual no agrada ni a unos ni a otros. Su posición religiosa y su influencia
cultural no era bien vista por el intransigente obispo cristiano de Alejandría,
Cirilo. La declaración de la religión cristiana como la oficial del Imperio,
hizo que se creara, pocos años después, un clima de extrema violencia en la ciudad. La campaña de difamación,
promovida por el obispo cristiano, contra Hipatia (se afirmaba sin pruebas que
practicaba la magia negra y que tenía hechizado al representante del emperador,
su alumno Orestes) acabaría con el asesinato de Hipatia a manos del Pedro el
Lector y los parabolanos, brazo armado del Cirilo.
La película presenta a Hipatia como una mujer joven, cuando
la tesis predominante en la actualidad afirma que murió alrededor de los 60
años. La presenta como enfrentada a los cristianos, cuando hay varias fuentes
que demuestran que no fue así. Como he escrito antes, la alejandrina tuvo discípulos
de diversas creencias. Uno de sus discípulos más aventajados, Sinesio de
Cirene, era cristiano y llegó a ser obispo de Ptolomaida en el año 409. El
gobernador al que estaba aliada, Orestes, también era cristiano. Para Sagan,
ella fue la última científica de la Biblioteca de Alejandría, cuando no hay
ninguna fuente documental que lo corrobore. Ni siquiera que diera clases allí.
Su padre, Teón de Cretona, sí era profesor en la Biblioteca de Alejandría. Ya
se sabe que la divulgación, aunque sea sobre ciencia, cuando hay intereses
económicos por medio, cae en la tentación de edulcorar la realidad histórica.
El mercado editorial nos vende versiones poco documentadas con el pretexto de
que es para el gran público, la cuestión principal es el número de ejemplares
vendidos y los beneficios económicos que ellos reportan a las grandes empresas
dueñas de dichas editoriales. Se trata de vender, la cuestión de la verdad es
un asunto que no va con dicho mercado.
Es rotundamente falso que Hipatia estuviera en contra del
cristianismo ni de ninguna otra forma de religión o espiritualidad. Fue una
mujer científica, y eso molestaba mucho al oscurantismo del incipiente
cristianismo (fundado en el 303 por el Emperador Constantino), cuyo máximo
representante en esa época era el intolerante Cirilo. Este obispo era
implacable en la pureza de la nueva religión y atacaba a los colectivos
religiosos que no siguieran el cristianismo por él impuesto. Por muchas
razones, a Hipatia se le puede considerar como precursora de lo que hoy
denominamos feminismo, guardando, eso sí, todas las distancias que sean
oportunas.
En resumen: Hipatia
fue una mujer científica (en el más amplio sentido de la palabra), una mujer
libre, pluralista, y que enseñaba sólo a alumnos (en esto no era nada pitagórica)
de diferentes creencias e ideologías: cristianos, judíos, y, como no, todos
aquellos seguían a los muchos dioses helenos. Estaba en contra de todo
fundamentalismo, fuera este cristiano, judío, pagano o ateo. Sabemos poco de
ella, y lo poco que se sabe es gracias a los escritos de sus discípulos,
fundamentalmente Sinesio de Cirene.
Está documentado que se reunía con sus
discípulos en su propia casa para discutir sobre filosofía, matemáticas y
astronomía. Hipatia fue una mujer víctima de la intransigencia religiosa, como
tantas otras, a lo largo de los últimos
2019 años, a las que se les ponía la etiqueta de brujas y eran torturadas,
quemadas, violadas, lapidadas, en nombre de un Dios “infinitamente bueno y
justo”. Tenemos un ejemplo muy reciente de dicha barbarie religiosa: la guerra
civil española y la actuación del ejército nacional, católico y fascista y su
brutal actuación contra las mujeres cuando llegaba a los pueblos y ciudades de
nuestro maltrecho territorio.
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