La retirada del techo de amianto de los cines
Urgell preocupa al vecindario del Eixample
El
próximo lunes comienza la retirada de los primeros 300 metros de la cubierta de
uralita de 2.200 metros del antiguo cine Urgell, el que fuera durante muchos
años el más grande de Barcelona, con 1.832 butacas, que abrió en 1963 y cerró
en 2013.
Sería una buena noticia para el más de millar
de vecinos que conviven a centímetros de sus casas con este techo en una isla
interior del Eixample si no fuera por el material que conforma la cubierta,
amianto, el mismo que mantiene en lucha desde hace meses a la plantilla del
metro de Barcelona por los efectos adversos para la salud derivados de estar
expuesto al mismo. Además, el estado de degradación del techo preocupa aún más
a los residentes, que han sido requeridos a no abrir las ventanas, a no
asomarse y a no tender la ropa allí mientras duren los trabajos.
El espacio que ocupó la sala de proyección se
habilitará, en su subsuelo, para acoger un supermercado Bonpreu. La isla
interior que comprende las calles Comte d'Urgell, Floridablanca, Comte Borrell
y Sepúlveda se ganará como un nuevo patio interior del distrito de unos mil
metros cuadrados con 517 metros de jardín, pues la empresa propietaria ha
cedido este espacio al aire libre al Ajuntament. Desde el lunes 3 de junio, y
durante 20 días, se irá retirando la uralita a un ritmo previsto de 300 metros
diarios. Las medidas que tomará la propiedad para aislar lo máximo posible el
material tóxico y no provocar desprendimiento de fibras de amianto es el que
marca la ley.
Pero,
para los vecinos afectados, no son suficientes. Y por ello han hecho llegar al
distrito del Eixample una lista de actuaciones de seguridad complementarias que
exigen que se contemplen: mediciones sobre la liberación de fibras no solo
antes y después de la retirada del techo sino diarias; que estas pruebas se
realicen con aparatos electrónicos que permitan localizar a nivel microscópico
las fibras más cortas, responsables de alojarse en el sistema respiratorio de
una persona y derivar en afectaciones pleurales o cáncer a largo plazo y, por
último, que se encapsulen las zonas en las que se tendrá que agujerear para
colocar el andamio que permita trabajar en el desmontaje de la cubierta.
«Creemos que no pedimos demasiado», indica a este diario Lena Martí, una de las
vecinas de la manzana, quien indica que, como ella, pueden haber entre 1.000 y
1.500 vecinos «preocupados» y directamente perjudicados.
Este
mes de mayo ha habido dos sesiones informativas con vecinos, representantes de
Bonpreu y técnicos especialistas en desamiantado, los días 22 y 29. La entidad
Fem Sant Antoni hizo presión al distrito para conseguir un supervisor del
proceso de retirada. Fue escogido Lluís Mallart, un higienista industrial especialista
en amianto que ha aportado «tranquilidad» al vecindario. De todas maneras,
Martí indica que les inquieta que los trabajos interiores «no cuenten con
ningún supervisor y que Mallart no tenga competencias para ello». Esto se debe
a que la normativa vigente de Treball sobre amianto obliga a las promotoras y
constructoras a seguir protocolos para proteger a sus trabajadores pero no
contempla el entorno, por lo que no dice nada sobre cómo preservar a los
vecinos del fibrocemento.
Antes
de retirarse, las placas se tratarán con látex líquido para fijar las fibras de
amianto y que estas no suban a las viviendas. Luego se empaquetarán y se
enviarán a una planta de residuos. Dudas en materia de seguridad En la comisión
de seguimiento de estas obras participan, además de la empresa Bonpreu, los
vecinos y representantes del distrito del Eixample junto al técnico
especialista en amianto que han designado los residentes (Lluís Mallart). «Lo
que pretendemos es ir por encima de la norma actual en materia de trabajos con
asbesto implicado en techos y que el protocolo acordado se convierta en una
norma de la Generalitat», afirman desde Fem Sant Antoni.
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