El carpintero anarquista que labró el
credo revolucionario de Salvador Allende
HENRIQUE MARIÑO@SOLUCIONSALINA
Cuando era un adolescente, el
presidente de Chile frecuentó el taller de Juan Demarchi, un agitador que lo
ilustró sobre la doctrina libertaria, el movimiento obrero y la justicia
social.
Salvador Allende, nacido en una cuna
acomodada en 1908, estaba llamado a ejercer una profesión liberal y a militar
en el Partido Radical. Sin embargo, en su adolescencia conoció a un carpintero
anarquista, cautivado por las teorías de Errico Malatesta, que le inoculó la
conciencia de clase. Mientras sus padres alternaban con las élites de
Valparaíso, él frecuentaba el taller de Juan Demarchi, un desertor del ejército
italiano que le hablaba de la lucha obrera y de la doctrina libertaria.
"Él tenía 60, o tal vez 63 años,
y aceptaba conversar conmigo. Me enseñó a jugar ajedrez, me hablaba de cosas de
la vida y me prestaba libros", recordaba en una entrevista concedida al
filósofo y escritor francés Régis Debray en los setenta. Tras salir del
instituto, escuchaba sus consejos atentamente e intercambiaba impresiones con
él. "Cuando terminaba mis clases iba a conversar con ese anarquista que
influyó mucho en mi vida de muchacho", añadía Allende, quien enumeraba las
lecturas recomendadas, entre ellas la obra de Bakunin.
Aquella amistad pudo suponer un cambio
de agujas en su trayectoria vital, de modo que el chaval Salvador esquivó un
futuro burgués y tomó un desvío que conduciría al Allende adulto por la vía
chilena al socialismo. "Los comentarios de él eran importantes porque yo
no tenía una vocación de lecturas profundas y él me simplificaba con esa
sencillez y esa claridad que tienen los obreros que han asimilado las
cosas", reconocía quien después estudiaría Medicina en la capital, no sin
antes realizar el servicio militar, "una decisión inusual para un joven de
su extracción social".
La cita es del historiador Mario
Amorós, un experto en la vida del mito chileno que ha publicado Salvador
Allende. Biografía política, semblanza humana (Capitán Swing), donde también
esboza a otros personajes relevantes, pero menos conocidos, en la vida del
líder socialista. Como su nana, la mamá Rosa, quien fue testigo del disgusto
que se llevaron sus padres cuando les espetó que quería ir a la mili. "Yo
entonces dije que para ser bien hombrecito tenía que hacer el servicio",
declaró su niñera a El Siglo. "Y entonces el papá consiguió que lo hiciera
de voluntario".
"Su destino empieza a forjarse
cuando conoce a Juan Demarchi, quien tuvo una vida azarosa, pues huyó de Italia
para no tener que enrolarse en el ejército de su país", recuerda Amorós,
quien traza su peregrinaje por Francia, el "volcán libertario" de la
Barcelona de finales del siglo XIX, Portugal, Marruecos, Brasil y Argentina,
antes de recalar en Chile, donde propagó su ideario hasta que lo deportaron a
Buenos Aires en 1926 por agitador, una decisión que motivó una ola de
solidaridad en los círculos obreros.
Allí participó en el complot del avión
rojo, cuyo objetivo era derrocar al dictador chileno Carlos Ibáñez del Campo.
Y, de vuelta a su país de acogida, fue detenido y luego desterrado a Isla
Mocha.
Así, tras fundar la Liga de
Arrendatarios y el Comité Pro Abaratamiento de la Carne en Antofagasta, en los
años veinte se afilió a la Federación de Carpinteros de Valparaíso, vinculado
al sindicato Trabajadores Industriales del Mundo (IWW), cuyo Ateneo Obrero
estaba situado cerca de su taller y del liceo Eduardo de la Barra, donde
estudiaba Salvador. "Demarchi fue la primera figura que empieza a guiar a
Allende hacia la izquierda", subraya Mario Amorós.
Salvador Allende y la lucha social
"Luego ingresa en la Facultad de
Medicina en un contexto de inestabilidad política que da paso a la dictadura
del militar Carlos Ibáñez, que emprende una persecución legal de los partidos
progresistas. En esas condiciones, participa en la Federación de Estudiantes de
la Universidad de Chile, en el Grupo Avance y en las movilizaciones que llevan
a la caída del dictador. Un año después, se proclama la efímera República
Socialista y es arrestado por pronunciar un discurso en la Facultad de Derecho
de Valparaíso, aunque tras ser juzgado fue absuelto. Finalmente, en 1933, tras
licenciarse como médico cirujano, funda el Partido Socialista", explica
Amorós.
Una formación política singular, a
juicio del historiador, ya que era "un partido revolucionario marxista,
distanciado de la Tercera Internacional pero también de la Segunda, pues no se
adhería a la socialdemocracia, sino que buscaba un camino con una identidad
latinoamericanista".
Alejado de Moscú y adscrito al
marxismo, un poso de su etapa universitaria, es elegido diputado, ministro,
senador, presidente del Congreso y en 1970, después de tres candidaturas
fallidas, jefe del Estado tras lograr aglutinar en torno a la coalición Unidad
Popular a socialistas, comunistas y otros partidos, aunque esa es otra
historia.
Volvamos al quinceañero Salvador en
sus tiempos de Valparaíso, cuando comenzó a forjar su compromiso con la lucha
social. "Allende le reconoció a Régis Debray que no era un hombre, ni en
su adolescencia ni después, de lecturas profundas. Su pensamiento no es
intelectual, sino desde la opción política. Así, de la mano de Demarchi, quien
le hablaba sobre el movimiento obrero, inicia su acercamiento a la izquierda",
matiza Amorós, quien subraya que como estudiante colaboró desinteresadamente
con un consultorio médico del sindicato anarquista IWW.
Además, su experiencia temprana en el
Manicomio Nacional, donde la atención era deficiente, lo llevaría a proponer en
1953 la creación de un nuevo centro, así como departamentos de psiquiatría en
los hospitales provinciales.
"Su relación con el carpintero
anarquista no fue muy larga, pero le dejó una visión no dogmática. De hecho, en
determinados momentos se expresará con claridad contra el dogmatismo de las
concepciones del marxismo más ortodoxo. En ese sentido, la huella que le dejó
Demarchi tal vez fue importante", explica el autor de Salvador Allende.
Biografía política, semblanza humana.
Años después, ambos pudieron
reencontrarse en Valparaíso, cuando ejercía como médico a la vez que organizaba
el Partido Socialista. "Sus amigos vivían en condiciones muy
modestas", pues "eran anarquistas, zapateros remendones, panaderos,
todos de los cerros", recordaba tiempo después Hortensia Bussi, la viuda
de Allende.
Quizás su colaboración con el Boletín
Médico de Chile, editado en Valparaíso, fuese gracias a Salvador, uno de los
redactores de la publicación. Quién sabe si retomaron la relación en los años
treinta, cuando despegó la fulgurante carrera del futuro presidente de Chile.
Lo único cierto es que Juan Demarchi falleció el 5 abril de 1943 y que, dos
días después, fue despedido en su entierro por anarquistas, sindicalistas y
ateneístas.
El carpintero libertario vivía en Santiago,
pero cuando intuyó la muerte decidió regresar a Valparaíso, donde había hecho
escuela de un taller y hombre de un mozo, cuya lección fue simiente del cambio
y el progreso.
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