TRABAJABA
AQUEL DÍA TAN TRISTE…
Trabajaba
aquel día tan triste y despistado,
Que
en la puerta del cielo, se me anunció el misterio
Tras
una leve luz, mirar de cementerio.
Y
examiné mis dudas, con principal cuidado.
¡A
ver…! Llevo… las lentes para ver lo cercano
-Sin
ellas, francamente, no distingo a los beatos-
La
ropa destrozada y recuerdos mulatos
De
mi ser por los suelos y de un andamio insano.
Al
oír… “kirie eleison”…, me giré transmutando
Y
sorpresa, tras una mesa de roble envuelto
En
decadente ocaso, con un mirar disuelto
Y
dos alas de pollo firmes a sus costados…
Estaba
vigilando el mismo protegido
Que
en el día a día y en el duro trabajo,
Placía
de soplón, fiel perro, cabizbajo,
Esclavo
del patrón, y del débil torcido.
Apartando
una nube le pregunté por su amo.
Con
sonrisa de lima se confirma bufando:
¡Es
el Padre Supremo, nuestro Dios Ordenando;
El
que nos ha forjado, sea por siempre alabado!
Que
mi padre es Antonio, el Teclo designado;
Que
ejerció de buen hombre, de ningún modo de amo;
Tan
sólo fue un buen padre, sencillo y delicado.
Comprobado
que en el cielo/no florecen los arbustos
Y
la verdad sea contada/ir al baño precisaba…
Me
fabriqué un paracaídas/con las plumas del chivato
Y
a la tierra me lancé/como abono necesario.
Pepe
Gómez.
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