LA EMANCIPACIÓN DE LOS TRABAJADORES
SERA OBRA DE ELLOS MISMOS Y DE NADIE MAS
DICTAMEN:
Como una obligación, como un
imperativo, como una síntesis, como una concepción clara y terminante del
futuro, la grandiosa Internacional proclamó y afirmó de rotunda manera que la
«emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos». Y
de nadie más. Verdad axiomática, no necesitará demostración, como no la
necesitan las verdades cuya fuerza probatoria surge de su propio enunciado.
Aquella Internacional de grato
recuerdo y gloriosa vida, que fue simiente y riego fecundo, que trazó un mundo
nuevo y dio ideas, luz para generaciones enteras, tiene en su haber como honra
más meritoria y orgullo más encomiable, la noble sinceridad de sus principales hombres,
quienes aun no siendo trabajadores manuales, tuvieron la franqueza de decir a
los obreros de todo el mundo que la emancipación no podría venirles sino de
ellos mismos, de su propio y personal esfuerzo.
¡Fuera engaños! ¡Fuera tutelas! Haga
explosión la verdad en todos los cerebros y sépase de una vez para siempre que
el trabajador no debe esperar nada de nadie, sino de si mismo. La sinceridad de
las declaraciones y procedimientos de las grandes figuras de la Internacional,
resulta de una verdad paradójica, pues es chocante que haya habido hombres que
a si mismos se condenasen haciendo que los trabajadores sólo creyesen en si
propios y supiesen de antemano que su emancipación no deberían esperarla de
ajena voluntad sino de su esfuerzo personal y colectivo.
Y es que si como hombres puede haber
-y hay- muchos capaces de sentir como propia la causa de los trabajadores y
hacer tanto por la emancipación de éstos como ellos mismos, como clase no es
posible que los no pertenecientes a la obrera puedan tener interés hondo por la
emancipación de los asalariados. Esto no es todo. Cabe que haya quienes anhelen
desaparezca del mundo la presión y la miseria. Pero lo que no cabe es que sea
verdad que haya quienes intenten emancipar a los trabajadores presentándose como
tutores y procuradores de ellos.
Contra estas tutelas ponía en guardia
la Internacional a los obreros al decirles que su emancipación tenía que ser la
obra de ellos mismos, porque en realidad para emanciparse es preciso,
indispensable, estar emancipado de todo tutor o procurador, que incompatibles
son los tutelajes y la emancipación, ya que mientras no se esté emancipado del
tutor se tiene quien lo mande y lo domine y quien pueda engañarlo y explotarlo.
La emancipación es el resultado
inmediato de la emancipación moral, y no alcanzará la primera el que moralmente
siga siendo esclavo de éste o del otro individuo. Y esclavo es el que no piensa
por si, ni obra espontáneamente con arreglo a su raciocinio y por su esfuerzo
directo.
Que los hombres de la Internacional
tuvieron razón al advertir a los trabajadores que su emancipación había de ser
su propia obra lo demuestra el hecho de que a pesar de la divulgación de ese
axioma y de lo conocido que es en el mundo entero, aún hay millares y millares
de trabajadores que confían en su emancipación mediante la labor de otros
hombres -trabajadores o no-, empleando medios indirectos en vez del directo
explícitamente indicado en la frase que sirve de encabezamiento a este esbozo.
No es la obra de ellos mismos cuando
encargan de su emancipación a otros; ni es posible se emancipen quienes
empiezan por estar sometidos a las buenas o malas intenciones, a los acertados
o disparatados actos de otros, a la voluntad perezosa o activa de los demás, a
las conveniencias particulares o no de otros. La emancipación de los
trabajadores ha de ser obra de ellos mismos; y agregaremos con Farga Pellicer
«que esta afirmación está fundada en el hecho de que no hay institución ni
clase social alguna que por la obrera se interese», todas las que del monopolio
y de la explotación viven sólo procuran eternizar nuestra esclavitud.
Desde luego, se echa de ver que nadie
puede tener interés en la emancipación de los trabajadores fuera de estos
mismos, por cuanto que esa emancipación es de carácter económico y conseguida
la cual caen forzosa e inevitablemente todos los privilegios, todas las
ventajas de que en el actual régimen social disfrutan cuantos no son obreros. Y
al decir esto no es posible olvidar que los obreros llamados intelectuales
sufren en su mayoría penurias parecidas a las de los manuales, pero como entre
ellos se reclutan los políticos, los vividores de toda especie, escalando no
pocos de los puestos de privilegio, en general no tienden a la destrucción del
régimen y antes bien lo consolidan y aún procuran servirse de los manuales para
esos encumbramientos que les hacen placentera y grata vida.
Raro es el obrero manual que se
emancipa del salario dentro del régimen actual, y aunque hay quienes pasan de
explotados a explotadores y de manuales a intelectuales y por lo consiguiente a
privilegiados, a políticos, a empleados, a sostenedores del presente sistema
político-social, en general se puede decir que sólo los obreros manuales son
los verdaderamente interesados en la abolición de todos los privilegios, de
toda explotación y de toda forma de opresión. Los obreros intelectuales que a
un ideal individual de encumbramiento sustituyan el de emancipación colectiva
pueden naturalmente formar en las filas de los manuales contribuyendo a la
emancipación moral de los trabajadores con su inteligencia, pero siempre
teniendo entendido que pues la emancipación de los trabajadores ha de ser obra
de los trabajadores mismos, ellos no han de figurar entre nosotros como
nuestros emancipadores ni a ellos hemos de confiar nuestra emancipación que ha
de ser -tiene que ser- nuestra propia obra.
La emancipación económica de los
trabajadores es algo que nadie ha tenido en cuenta hasta que la Internacional
la proclamó bravamente. Habráse podido tender a mermar el poderío de los
señores feudales para robustecer el real; habráse podido disminuir el poder
real en beneficio de las clases medias; habráse podido llegar a la república
aboliéndose la autoridad de los monarcas, pero en todos esos cambios realizados
mediante el esfuerzo de los trabajadores que han sido el cuerpo y el brazo
dirimidor de las contiendas, la situación económica del obrero ha seguido
siempre lo mismo. Explotado ayer y hoy y siempre.
No se niega con esto el progreso moral
e intelectual que los cambios políticos han acarreado para los trabajadores. Su
esfuerzo para beneficiar a otras clases ha mejorado su condición y los han
colocado en situación de hombres y los han colocado en situación de poder
anhelar su emancipación económica que era algo que permanecía nebuloso, algo
que ha confundido en todos los tiempos - aún hoy muchos confunden- con
determinadas libertades políticas. Y si bien en todas las épocas hubo
alzamientos de carácter económico, propósitos de implantar un sistema comunista
de vida, en general esos propósitos tenían en su contra las tendencias
autoritarias de los mismos rebeldes, su organización revolucionaria con
caudillos y jefes.
Y no es posible la emancipación de los
trabajadores en tanto éstos tengan un emancipador, un jefe, por cuanto que aun
logrando vencer a los sustentadores del régimen, no harían más que instaurar
otro régimen de privilegios en el que resultarían privilegiados los
emancipadores, los jefes. Que no es posible abolir los privilegios con
organismos en que el privilegio exista, por cuanto no es posible la
emancipación sino como obra de los trabajadores mismos. La emancipación de los
trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos. Tengamos esto presente
los asalariados en todo momento.
Se presenta una proposición incidental
por algunos compañeros. La ponencia la acepta como conclusión al dictamen, y se
pasa a votación siendo aprobada por unanimidad, con una aclaración del
compañero Ávila. Después de esto es aprobada la siguiente proposición
incidental en sustitución al dictamen de la ponencia:
El Congreso declara que la
emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos. Por
tanto reconoce que los sindicatos que integran la Federación Nacional sólo
pueden estar constituidos por los obreros que conquistan su jornal en las
empresas o industrias que explotan la burguesía o el Estado. No obstante, y
como aclaración a lo anterior, debe considerarse exentos de esta clasificación
a aquellos obreros que por su trabajo pueden perjudicar directamente a la organización
sindical.
CONGRESO FUNDACION
DE LA CNT 1910
SINDICATO
OFICIOS VARIOS CNT-AIT Puerto Real
BIBLIOTECA
“José Luis García Rúa” Puerto Real
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