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martes, 24 de mayo de 2022

MANUEL SESAR LLORIA



Manuel Sésar Lloria

El 23 de mayo de 1972 muere en Carcasona (Languedoc, Occitania) el anarcosindicalista Manuel Sésar Lloria. Había nacido el 23 de enero de 1887 en Utiel (País Valencià). Sus padres se llamaban Miguel Sésar y Margarita Lloria.

Obrero metalúrgico, cuando tenía 16 años, se afilió al Sindicato de la Metalurgia de Barcelona (Cataluña) de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT-AIT), del que fue contador durante la dictadura de Primo de Rivera. En 1939, con el triunfo franquista, pasó a Francia y fue internado en varios campos de concentración.

Durante la Ocupación los alemanes le enviaron a trabajar de metalúrgico en una base submarina. Después de la II Guerra Mundial se estableció en Carcasona, donde militando en la Federación Local de la CNT-AIT y en noviembre de 1960 fue nombrado contador. En 1968 era responsable del envío de paquetes y de la prensa. Manuel Sésar Lloria murió el 23 de mayo de 1972 en el Hospital de Carcasona (Languedoc, Occitania) y legó sus ahorros (2.880 francos) al fondo «Pro España» de la CNT-AIT.

ALEN

CUANDO MUERE UN HOMBRE DE LA CNT-AIT

Por regla general, muere pensando en ella y abrazado a ella. La CNT-AIT ha sido su verdadera familia, allí donde se ha sentido compenetrado y hermanado a miles de otros hombres, con los que ha compartido goces y dolores, años de cárcel y horas de suprema alegría, cuando el triunfo nos ha sonreído y ha abierto ante nosotros todas las perspectivas.

Y como la CNT-AIT ha sido su familia más próxima y más querida, a la CNT-AIT y a los hombres que continúan y continuaran su tradición y su combate, deja cuanto tiene, si algo posee… A veces probándose de todo.

Este ha sido el caso del compañero Manuel Sesar, de Carcassonne, como fue el de Antonio Vidal, muerto en el Hogar de los Pobres de Hyeres y el de tantos otros que dejan Pro-España sus modestos ahorros.

Los compañeros de Carcassonne, al morir Manuel Sesar y cumpliendo sus últimas voluntades, han hecho entrega de cuanto poseía al exhalar el último suspiro: 2800 francos nuevos entregados en dos veces.

Ello servirá de satisfacción a cuantos conocieron a Sesar en Barcelona, en el Ramo de la Metalurgia, del que fue uno de los más activos militantes, y en Carcassonne donde vivió tantos años, recibiendo y distribuyendo la prensa confederal y anarquista, siempre activo, pese a sus muchos años y sus dolencias, cumpliendo fielmente sus deberes orgánicos con la esperanza indestructible de volver a España, liberada de sus verdugos.

No ha podido volver a ella pero volverá su recuerdo, unido al de tantos otros muertos en el Exilio, indómitos e inclaudicantes.

No, no puede desaparecer, no desaparecerá jamás una organización y un movimiento que tales hombres tuvieron en su seno, que alimentó y condujo tales personalidades y tales conciencias. Anónimos o conocidos, los hombres de la CNT-AIT son ejemplares únicos, desgajados de la cantera de un pueblo que, como dijo Camus, “está condenado a generar héroes”.

F.M.

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