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lunes, 1 de junio de 2020

JOSEFA BARREIRO GONZALEZ


JOSEFA BARREIRO GONZÁLEZ, ANARCOSINDICALISTA,

FUSILADA en 1937 por militares franquistas en Villagarcía de Arosa por esconder a un compañero en su casa.

La anarcosindicalista Josefa Barreiro González nació en Villagarcía (Pontevedra) en 1911. Era vecina de Trabanca Bediña-Carril (Arealonga, Vilagarcía de Arousa, Pontevedra, Galicia). De profesión labradora y limpiadora de casas. Se casó con un joven de Trabanca, el marinero mercante anarcosindicalista Pascual Tobío, con quien tuvo 2 niños, Valentin y Julio. Cuando llegó la República, Josefa quería aprender, comenzó a leer. En su comarca se establecieron varios sindicatos de la CNT, se convirtió en una mujer libertaria, luchó para vivir de una manera enriquecedora, se comprometió a educar a sus hijos en los valores de la libertad.

Cuando ocurrió el golpe de estado de Julio de 1936, Josefa en total secreto, acogió en su casa a Urbano Tarrio de Rubians, un compañero anarcosindicalista de veintidós años que buscaban los fascistas para asesinar. Un día se presentó en casa de Josefa una banda de falangistas, encabezada por el carpintero Mouritio. Inmediatamente asesinaron a Urbano, el muchacho que Josefa tenía acobijado en su casa, sin cortarse un pelo, a sangre fría.

A Josefa la detuvieron y la llevaron a los locales de la falange, donde fue torturada. Se le aplicó el bando de Guerra y le propinaron tal paliza, que cuando la llevaron a fusilar al día siguiente Josefa tuvo que sentarse en una silla porque era incapaz de mantenerse en pié. Josefa Barreiro González fue fusilada el 19 de marzo de 1937 en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra, Galicia) por un pelotón de soldados del ejército franquista, y por orden de la Autoridad Militar. Una vez acribillada la dejaron muerta en el mismo lugar.

Su cuñada Otilia Tobío, militante de la CNT, recibió en su casa a los dos hijos de Josefa y posteriormente emigró a Bilbao (Vizcaya, País Vasco), desde donde los niños, huérfanos de Madre, pudieron pasar a Francia en los años cuarenta, pudiendo así reunirse con su padre. Julio y Valentín consiguieron con el tiempo rehacer sus vidas, pero los acontecimientos quedaron impresos en ellos para siempre, en su cabeza y en su corazón.

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