12 de octubre: Nada que celebrar
Miguel Sebastián Martín. Hoy es 12 de Octubre, día de la Hispanidad.
Ese día en el que se celebra el sentimiento nacional español y se ensalzan
nuestros grandes símbolos: monarquía, ejército y bandera. Y no falta por supuesto
una alusión a nuestro glorioso pasado imperial: es 12 de Octubre, aquél
trascendental día de 1492.
O al menos eso dicen. Porque
también es el día en el que se consigue dar la vuelta a la lógica de la gente
de este país, en general tan crítica con los fanatismos militares de otros
países (preguntad por la calle qué les parecen los desfiles militares de Corea
del Norte) y tan crítica con el orgullo de bandera de otros nacionalismos
(preguntad también qué les parece que los catalanes pongan la senyera por todos
los sitios). Pues bien, salvando las diferencias, se consigue que gran parte de
ese pueblo otrora tan crítico aplauda un desfile militar dedicado a un monarca
y se emocione por una bandera. Muy lógico, ¿no?
Pues ni a mí ni a muchos otros
nos produce ninguna clase de orgullo esa patriótica combinación de rey,
ejército, bandera e imperio. Porque no hemos nacido en época de cruzadas ni de
conquistas (aunque se empeñen en seguir haciéndolas por petróleo).
En nada nos identificamos con un
rey que está donde está por una afortunada (para él) combinación de un derecho
a la jefatura de Estado por vía vaginal que privilegia al hijo varón y un
decreto de sucesión franquista. Un rey que hipócritamente hace proclamas a
favor del espíritu emprendedor como si se riera de nosotros, él que nació con
todo dado en un país en el que supuestamente hay igualdad de oportunidades.
En nada nos identificamos con un
ejército que lo más destacable que hace hoy día es sacrificarse (a sus soldados
rasos, por supuesto) por el imperialismo petrolero y demás injerencias de la
OTAN, además de ser una institución altamente corrupta, jerarquizada, machista,
y, sobre todo, numéricamente sobredimensionada y jurídicamente privilegiada.
En nada nos identificamos con una
bandera, que no deja de ser un trapo que, por caprichos de la historia, es el
que ha llegado hoy a representar a nuestras instituciones, y que no vale nada
por ser lo que es sino por lo que nosotros hacemos de ella.
Y por supuesto que en nada nos
identificamos con el pasado imperial, que por mucha importancia internacional e
histórica que nos dé, se construyó sobre injusticias, saqueo y masacres, como
todo imperio colonial europeo.
¿Por qué íbamos nosotros a tener
que celebrar todo esto? ¿Por qué no poner fin a este gasto millonario que en
nada nos representa, por mucho que la propaganda se empeñe en lo contrario?
¿Por qué sacar pecho este día para homenajear con un desfile a unas
instituciones como la monarquía y el gobierno que se ríen de nosotros el resto
del año?
La mayoría de lo que quiero y me
importa está en España y hoy por hoy es español, pero no tiene nada que ver con
esta pantomima que nos toca hoy. Luego la gente se extraña y se indigna de que
haya personas que no quieran ser o no se sientan españoles, pero la verdad es
que hoy da vergüenza serlo para presenciar estos hipócritamente patriotas
homenajes a unos símbolos que sólo recuerdan lo peor de España.
Un poco más de humildad y un poco
menos de orgullo, que luego bien que criticamos esto mismo de los demás sin habernos
mirado en el espejo.
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