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lunes, 3 de marzo de 2014

LA IGLESIA CATOLICA DEJA EN LA CALLE A UNA PAREJA DE ANCIANOS DE LANZAROTE


LA IGLESIA CATÓLICA DEJA EN LA CALLE A UNA PAREJA DE ANCIANOS DE LANZAROTE

Será en mayo cuando Pilar Callero de 87 años y Sinforiano Lemes de 90, serán desahuciados de su humilde vivienda. El motivo es claro y guarda vergonzosas connotaciones que huelen a  puro y duro negocio. La Iglesia Católica, propietaria del inmueble, lo vende a una empresa privada con sus vecinos dentro, todo un sainete siniestro al mejor estilo de unas sotanas habitualmente entregadas al dinero fácil, a flagelar el corazón de las personas empobrecidas, una putrefacta institución que siempre ha comido en la mesa de los enriquecidos.

A esta pareja le toca ahora pasar por ese calvario, el mismo que sufren más de 500 familias que son desahuciadas de sus casas cada día en el Estado español, el malvivir de la espera, de que llegue la policía del régimen acompañada de los representantes judiciales para echarlos, expulsarlos de lo que ha sido su fraterno universo durante los últimos 50 años.

 La nocturnidad y alevosía de la Iglesia en la venta de estas viviendas es más que evidente, jamás comunicaron a estas familias que sus moradas iban a ser traspasadas y ellos desalojados de forma tan brutal, ni siquiera les dieron la posibilidad de que fueran ellos mismos quienes pudieran optar a su compra.

Unas viviendas que fueron construidas por los propios feligreses y vecinos de Arrecife en la isla de Lanzarote, para que ahora se haga negocio con la dignidad, la ilusión y el esfuerzo colectivo de toda una comunidad.

Pero nada de esto sirvió para detener dicha venta a una conocida empresa de automoción por un valor de 360.000 euros, demostrando estos curas una inmensa insensibilidad que les aleja de los más elementales valores solidarios y caritativos.

Esto sucede en un territorio canario donde gran parte de la población solo hace una comida al  día, donde uno/a de cada tres niños/as sufre graves problemas de malnutrición y más de un 30% de sus habitantes no tiene trabajo, ni esperanzas de conseguirlo algún día.

Una nueva injusticia, ya son demasiadas, que debe conocerse, recorrer el mundo, que las personas de buena voluntad la difundan, la hagan llegar al corazón de los pueblos de la tierra, para vergüenza de un estado español entregado al latrocinio de los derechos sociales y humanos más elementales.

En el mayo de la esperanza revolucionaria veremos a Pilar y Sinforiano saliendo tristes para siempre de lo que fue su hogar, cabizbajos, rodeados de policías. No lo permitamos, movilicémonos ese día, todos los días donde se violente el bienestar y la libertad de nuestra gente.

Francisco Gonzalez Tejera

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