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lunes, 7 de octubre de 2013

LAS PENSIONES PUBLICAS, LA ARITMETICA DE LA SOLIDARIDAD


Las pensiones públicas, la aritmética de la solidaridad

Que una sociedad cubra dignamente las necesidades de las personas, que por edad o por enfermedad no pueden ni deben trabajar, es una de las mejores muestras de su nivel de civilización. En el debate sobre qué sistema de pensiones queremos, así como el de qué tipo de educación o qué tipo de sanidad, se muestra la clase de sociedad a la que aspiramos. O se toma el camino del “tanto tienes tanto vales” y el de “sálvese quien pueda”, o se opta por el apoyo mutuo y la solidaridad.

Desde hace varios años, y desde los distintos gobiernos de turno, se nos viene repitiendo los mismos mensajes: que la sociedad envejece, que habrá más personas jubiladas para cobrar y menos personas trabajando para cotizar, que la esperanza de vida aumenta etc. Los recortes continuados que está sufriendo el sistema de pensiones en los últimos años no se han justificado abiertamente con razones ideológicas, sino que se han envuelto en ropajes contables y aritméticos para justificar las sucesivas reformas y sus consiguientes recortes; como si su manera de hacer las cuentas, interesada y parcial, no influyese en el bienestar o el sufrimiento de las personas.

Es un mensaje interesado el que se está continuamente lanzando a la opinión pública, dejando de lado aspectos que implican, por su carácter estructural, un problema de fondo: trabajo precario fomentado por continúas reformas laborales, paro juvenil, incorporación tardía de los jóvenes al mundo laboral, nivel salarial cada vez más bajo, distribución de la riqueza entre el trabajador y la empresa, economía sumergida, etc. Elementos que ayudan, en cierta manera, a legitimar la acción del gobierno y la de los grupos de presión conformados entorno a “consejos de sabios” (compuesto mayormente por compañías de seguros, entidades financieras o bancos), desmontando así un sistema como el actual al que se le hace entrar  paulatinamente en colapso, en detrimento de sistemas de capitalización como los fondos de pensiones que demuestran tener más pérdidas que beneficios.

¿Qué proponen ahora los susodichos sabios consejeros? En primer lugar garantizar la equidad entre las diferentes generaciones de pensionistas, si vives más tiempo tu pensión ha de ser más pequeña para que, en resumidas cuentas, no hayas cobrado más que aquel que vivió menos. A mayor esperanza de vida menor pensión. A esta manera de castigarnos le llaman el Factor de Equidad Intergeneracional. ¡Olvidémonos de la subida anual de las pensiones! El objetivo no es una pensión digna que se revalorice cada año, sino el equilibrio de las cuentas del sistema; que el ingreso de la Caja de la Seguridad Social sea igual al gasto en pensiones. Las pensiones subirían o bajarían teniendo en cuenta el aumento de pensionistas, el aumento de la cuantía de las pensiones en su conjunto y el superávit o el déficit de la caja de pensiones del año anterior. Es decir, si la seguridad social tiene más gastos que ingresos, las pensiones deben bajar. Estas dos perversas medidas se llaman Factor de Sostenibilidad. Todo un galimatías que sólo busca confundir a la opinión pública para justificar los recortes y de paso beneficiar a las entidades financieras, promocionando desde el propio Estado los sistemas privados de pensiones.

Para la CNT las pensiones son un derecho y son concebidas únicamente para asegurar el bienestar en la vejez; por eso no es una cuestión negociable, se han de financiar con las contribuciones de todo el conjunto de la colectividad. Debemos repartir la riqueza que entre todos producimos bajo el principio “de cada cual según sus posibilidades y a cada cual según sus necesidades”. Junto a las pensiones, la sanidad, la educación y la dependencia deben gozar de un estado preferente y deben estar dotadas de partidas presupuestarias dignas, basadas por criterios de necesidad vital y nunca por cuestiones puramente mercantilistas.

CNT Federación Local de Fraga

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