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jueves, 18 de abril de 2013

LE PEGUE DOS TIROS Y LO REMATE EN EL SUELO


 "LE PEGUÉ DOS TIROS Y LO REMATÉ EN EL SUELO"

Una de las características más notorias de los últimos 35 años de Monarquía juancarlista  ha consistido en que los ciudadanos sólo hemos tenido la oportunidad  de conocer las áreas corruptas de la institucionalidad cuando se producen contiendas y confrontaciones cainitas entre las diferentes facciones y partidos del sistema.  Solo las informaciones que utilizan para combatirse entre ellos nos permiten aproximarnos a lo que  realmente sucede tras la tramoya de la escenificación cotidiana. Los periodicos El Mundo y El Pais se reparten la representación mediática de dos de esas facciones afectas al Poder. Viene esto a propósito de la informacion que proporcionaba el pasado lunes por el  derechista “El Mundo” en la que se ponian de manifiesto los detalles del brutal asesinato de Santi Brouard, el histórico y respetado médico pediatra, miembro de la dirección de Herri Batasuna, asesinado en Bilbao el 20 de noviembre de 1984. Durante tres décadas, el silencio blindó un crimen que conmovió no solo a Euskadi sino tambien a todo el Estado. Ahora, en virtud de las batallas intestinas entre los grupos que detentan la representación del poder politico podemos conocer la punta del iceberg de aquellos luctuosos acontecimientos.

"LE PEGUÉ DOS TIROS Y LUEGO LO REMATÉ"

“Cuando Santiago Brouard  salió de su consulta le pegué dos tiros y luego lo rematé en  el suelo. Salí corriendo, con Rafael López Ocaña y dejé la pistola en un hueco de la escalera”. De esta forma escalofriante le contaba Luis Morcillo a su entrevistador del rotativo “El Mundo” cómo llevó a cabo el asesinato de Brouard. “Yo fuí el ejecutor, pero se me mandó hacerlo, me forzaron, fue Rafael Masa, mi compadre, comandante de la Guardia Civil”, relata con frialdad  Morcillo.

A lo largo del reportaje el asesino de Brouard desgrana sus recuerdos criminales sobre aquellos hechos: “El comandante Masa me dijo que si no lo hacíamos su jefe lo iba a echar”. “Su jefe” era nada menos que Julián Sancristóbal, un dirigente del PSOE que había sido alcalde del municipio de Ermua entre 1979-1982. Con la victoria electoral de Felipe González, la dirección del Partido lo ascendió a  Gobernador Civil de Vizcaya, siendo nombrado después, en 1984, Director de la Seguridad del Estado. Este siniestro personaje, a las órdenes directas del Ministerio del Interior, fue condenado en 1998 a 10 años de cárcel por el secuestro de segundo Marey y por malversación de fondos públicos.

"Yo tenía mucha amistad con mi compadre, el comandante Rafael Masa, y él me forzó hacerlo". Cuenta que “su compadre”, el Comandante de la Guardia Civil, le dijo que “por lo que más quieras, Luis, sube  tú y organiza eso como sea, pero hazlo de una puta vez, porque si no me van a echar del Ministerio”. A Luis Morcillo el Ministerio del Interior le dio siete millones y medio de pesetas por el “trabajillo”. “Pero de esa cantidad - precisa el asesino - tuve que darle 2 millones y medio a mi acompañante Rafael López Ocaña. Es decir, me quedaron 5 millones de pesetas… Pero después me enteré de que realmente en el Ministerio se habían librado 25 millones de pesetas para el asesinato de Brouard, pero yo sólo me llevé cinco”, dice con escalofriante desconsuelo  Luis Morcillo.

Cinco años después del crimen que acabó con la vida de Santi Brouard fue detenido el cómplice de Morcillo, Rafael López Ocaña. Un día se presentó en la casa de Morcillo el Comandante de la Guardia Civil y le dijo: “Tenemos que irnos de España. Han detenido a López Ocaña y ahora van a por ti… Masa me dijo que teníamos que irnos inmediatamente hacia Lisboa y que le habían dado $18,000 para el viaje”.

ENCOMENDADO AL  CÁRTEL DEL NARCOTRÁFICO COLOMBIANO

 El comandante de la Guardia Civil acompañó al autor del asesinato de Santi Brouard hasta Venezuela para que no tuviera ningún tipo de problemas a lo largo del viaje. Su “compadre” le indicó que debía trasladarse después a Colombia donde lo puso en contacto con uno de los abogados del jefe del cártel de Cali, el narcotraficante Rodríguez Orejuela. “Este abogado, cuyo nombre era García, me ayudó y me dio protección, colocándome más tarde en su aparato de seguridad”.

El homicida del dirigente de Herri Batasuna permaneció en Colombia hasta 1996, dedicándose en exclusiva al cobro de los morosos de la droga. Cuando ese mismo año volvió a España continuó en temas relacionados con el narcotráfico. Como consecuencia de sus actividades fue detenido en julio de 1997 por la posesión de 100,000 pastillas de éxtasis. Por aquellas fechas su “compadre”, Rafael Masa, había sido ya ascendido a teniente coronel de la Guardia Civil. En 1999 tanto este oficial   como su jefe el ex director de la Seguridad del Estado, Julián Sancristóbal, fueron imputados por su participación en el asesinato del dirigente de la izquierda abertzale. En el 2003 se sentaron, finalmente, en el banquillo de los acusados y fueron absueltos “por falta de pruebas”.

  Luis Morcillo confiesa ahora con tranquilidad que “Yo fui el asesino material de Santiago Brouard y fui inducido y pagado por el teniente coronel de la Guardia civil Rafael Masa”. La “confesión” de Morcillo - probablemente realizada a cambio de una suculenta cantidad de dinero -  ya no tiene repercusión jurídica alguna. Ni él ni sus cómplices podrán ser juzgados de nuevo por el precepto constitucional que determina que una misma persona no puede ser juzgada dos veces por un mismo hecho. Y como ha ocurrido con harta frecuencia en la historia de este país, los asesinos podrán seguir durmiendo tranquilos sabiéndose protegidos por unas leyes hechas a su justa medida.

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