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domingo, 10 de marzo de 2013

CUANDO LOS DISPAROS TERMINARON CON LA VOZ MAS ALTA DEL ANARQUISMO


Cuando los disparos terminaron con la voz más alta del anarquismo

"El anarquismo es la gradación más alta del pensamiento humano". Esta frase fue pronunciada en una histórica conferencia en la prisión de Maó, el 31 de diciembre de 1920, por Salvador Seguí, "El Noi del Sucre". El referente obligado de la lucha sindical del que esta semana se han cumplido 90 años de su asesinato.

 Popular, inteligente, autodidacta, Seguí nació en la calle de la Tallada de Lleida, hijo de un panadero de Reus y de una campesina de Tornabous, en el Urgell. Instalado en el mítico "Distrito Quinto" de Barcelona, ​​el Chino, fue aprendiz de muchos oficios hasta que se decidió por trabajar de pintor.

 Poco a poco sus aptitudes lo convirtieron en un guerrero contra la marginación y la miseria obrera. Una batalla que su aspecto angelical o su afición al azúcar cuando de pequeño trabajaba en el bar de una sociedad obrera lo convirtieron en uno de los personajes más glosados ​​del obrerismo catalán: "El Noi del Sucre".

 Martillo del lerrouxismo, de una oratoria inimitable e inteligente, fue detenido y encarcelado en varias ocasiones y sufrió atentados. Sin embargo, participó en la fundación de Solidaridad Obrera, la CNT y fue promotor de la primera huelga general que vivió el Estado Español, en 1917, y héroe de la legendaria huelga de la Canadiense de 1919.

 Las visicituts de una época marcada por pistolerismo, por la lucha social, por las ideologías, la propaganda por el hecho, por las grandes crisis, por la tecnología y los cambios de una era industrial con obreros alimentados con cebolla y tocino, acabaron con Seguí. El 10 de marzo de 1923, pistoleros del Sindicato Libre, acabaron con la vida de El Noi del Sucre, en la calle cadena de Barcelona-la Rambla del Raval-, asesinado junto con otro compañero sindicalista, Francesc Comas.

 El entierro fue escondido en la población para evitar una gran manifestación, pero su recuerdo pervive con la misma fuerza con que Seguí veía el anarquismo: "Su extensión espiritual, es infinito, no tiene lugar ni tiempo, los hombres nunca conseguirán dominarlo ".

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