CARTA AL PERRO DE RAJOY
No tengo el placer de conocerte en profundidad, aunque me
acuerdo de tu madre a menudo. Sé que eres alto, moreno, algo mayor que yo.
No te vi muy bien la cara porque la girabas mientras me
pegabas, pero no me hace falta, todos teneis la misma cara de fascista
reprimido. Tampoco sé tu número de placa, ese número minúsculo imposible de ver
de noche mientras te aporrean, si es que lo llevabas. Ahora sé porqué esperais
a que anochezca y se vaya la gente, panda de cobardes.
No sé mucho de ti,
pero sé que no eres buena persona, aunque muchos digan -como alguna vez pensé
yo- que no todos sois iguales.
Alguien que se gana la vida persiguiendo, intimidando y
maltratando a personas inocentes que ejercen su legítimo derecho de
protestar...debe estar enfermo. Poco te diferencia de un psicópata o de un
asesino a sueldo.
Qué ilusa fui cuando dejé de correr pensando que no pegarías
a dos chicas abrazadas y paralizadas por el miedo. Pasaste de largo con tu
grupo de matones, nos viste, o quizá viste mi bandera de la República, volviste
hacia nosotras y desahogaste tu rabia, aunque te gritábamos que no habíamos
hecho nada.
Me pregunto si te han
pegado alguna vez con una porra, o mejor, si te han roto el brazo con una
porra. Duele, marea y produce un sentimiento de impotencia que se transforma,
poco a poco, en rabia.
Estos días he
probadodo todo tipo de estrategias con vosotros: hablaros bien
http://youtu.be/PoOprK14pMs, intentando haceros ver que también sois el pueblo,
que también os afecta lo que nos están haciendo. Os hemos ofrecido flores,
billetes de 20€, nos hemos reído con vosotros, aunque más de vosotros, por
vendidos.
Alguna vez he perdido
los nervios y os he dicho de todo, sobretodo cuando os he visto pegando a otras
personas, hombres y mujeres inocentes, jóvenes y mayores, os importaba bien
poco. Cuando os han pillado infiltrados, para crear violencia. También he
ejercido la resistencia pasiva http://youtu.be/dRVxKrvgTas (0:48), porque me
niego a que limiteis mi derecho a protestar pacíficamente. Ya no soy un borrego
de la sociedad.
No he tenido el
placer de tirarte una piedra, pero ahora mismo, gracias a tu violencia
gratuita, pagaría por ello, una bien grande, entre ceja y ceja.
¿Sabes? Existe una
gran diferencia entre tu y yo.
Yo trabajo -o
trabajaba hasta que me lisiaste-, cuidando personas mayores, dándoles cariño e
intentando ofrecerles una vida mejor.
Me gustan las
personas, hablar con ellas, escucharlas, hacerlas sonreír, por eso sonrío
siempre. Para ser feliz, necesito que los demás lo sean. Sólo cometí el pecado de pagar 145€ -que no me
sobraban- por un billete de avión para defender mis derechos...y los tuyos.
Tú en cambio trabajas
haciendo daño, reprimiendo libertades, creando odio. Seguro que te han pagado
más de 145€ por la noche del 26S y ya habrás compensado de sobras lo de la paga
extra.
Tu herramienta de
trabajo es el miedo, la mía es el amor.
Algún día le contaré
a mis hijos estas batallitas, que corrí delante de los “azules”, cada vez más
parecidos a los “grises”. Que hice todo lo que estuvo en mi mano por salvar sus
derechos y que seguiré haciéndolo hasta que me muera, mientras tenga alguna
mano buena.
Me pregunto qué les
vas a contar a los tuyos, ¿que te ha felicitado la delegada del gobierno? ¿Que
todo el mundo te odia, paradójicamente los que pagan tu salario?
Me jode que los de
arriba estén tranquilamente pegándose cenas de 1000 euros, con salarios
vitalicios, robándonos por todos lados, mientras nosotros tenemos que pelearnos
con sus perros.
Visto que no podéis
pensar, ¿habrá que usar el miedo también?
Es lo último que
quiero, pero a nosotros no nos hacen falta porras, ni escudos, ni trajes de
robocop.
Nuestra herramienta
es la unión del pueblo...y nuestro corazón.
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