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sábado, 29 de septiembre de 2012

QUE SE VAYAN TOD@S


¡QUE SE VAYAN TOD@S!

¡El parlamento ha sido tomado!

 Está okupado por los representantes del capital: de la banca, de fuera y de aquí, de la patronal, tan castiza y chulesca, y de las grandes empresas. Violentos prosistema se han atrincherado dentro, escondidos detrás de las porras de la policía, para poder ejecutar mejor los designios de quienes les controlan. Sus agresiones contra la población han sido constantes en los últimos años; una violencia que se ha saldado con recortes, pérdida de derechos laborales, de calidad de vida… en resumen, paro y miseria.

 Nada de esto es nuevo. Aunque ahora se hable mucho de dictadura de mercado (para referirse a la situación en la que los países en crisis supeditan sus políticas a las necesidades del sector financiero) lo cierto es que éste es uno de los aspectos fundamentales de la democracia y, en realidad, de todo estado. No en vano,el estado ha sido imprescindible para la aparición del capitalismo, imponiéndolo por la fuerza a unas poblaciones que, históricamente, se resistieron con uñas y dientes a su implantación.

 Desde entonces, la supeditación de lo político y lo social a lo económico ha sido constante y las únicas medidas plausibles para un gobierno cualquiera, son las que ayudan a cuadrar los libros contables a favor de los más ricos. Ahora, en época de crisis, esta tiranía no teme mostrarse en toda su cruda realidad y se hace más evidente, pero eso no quiere decir que antes no existiera. Las medidas para asegurar la solvencia de la banca o para hacer al país más “competitivo” se imponen de acuerdo a una lógica supuestamente inevitable, aunque sea a costa de las condiciones de vida de la población e incluso de sus necesidades más básicas.

 Por eso es imposible reformar el sistema económico y social por la vía parlamentaria. La dictadura del mercado, que desde luego existe, es un elemento estructural del capitalismo y no se puede cambiar desde su interior. No se trata sólo de que los parlamentarios actuales sean corruptos o incompetentes (que también), sino que la forma en que están organizados los ámbitos económico y político, asegura la total subordinación de éste al primero y, por tanto, su incapacidad para actuar sobre él.

 No se pueden pedir peras al olmo parlamentario. Merkel es la representante de los banqueros alemanes, igual que Rajoy lo es de la patronal española (como lo fue antes Zapatero) y por eso proponen lo que proponen. Y si no fueran ellos sería cualquier otro en su lugar, porque a la larga las decisiones importantes se toman en otro ámbito y se imponen mediante la prima de riesgo o el Ibex35. Da igual que se trate de políticos neoliberales, socialdemócratas o eurocomunistas. Que sean partidos grandes o pequeños… Nada de lo que puedan hacer desde sus poltronas va a modificar esta tiranía económica.

 Por lo que a nosotras respecta, que no nos resignamos a que nuestras vidas dependan de los intereses económicos de los más ricos, tenemos que organizarnos al margen de las instituciones estatales para gestionar nuestras vidas, como finalidades en sí mismas, y no como engranajes de una maquinaria productiva totalitaria. Ya hemos empezado. Las asambleas de barrio, los grupos de autoconsumo, las cooperativas, etc. son apenas el principio del camino que nos lleva hacia la gestión plena de nuestras vidas, a realizar la felicidad posible, y no el lucro o la acumulación. Para eso tenemos que dejar de lado muchas cosas, empezando por nuestros propios prejuicios y rutinas, pero sobre todo, los mecanismos de imposición que nos atenazan, como el estado y su parlamento. Sólo así podremos superar un sistema económico que nos prometió plenitud pero que no tiene nada que ofrecer para el porvenir salvo una miseria creciente, paro y exclusión.

 Por el futuro y el bienestar sin estado:

 ¡Acabemos con la dictadura del mercado!¡Contra el estado!¡Contra el capital!¡Que se vayan todos!

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