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martes, 31 de julio de 2012

CUARTO DIA DE LA SEMANA TRAGICA DE BARCELONA


Cuarto día de la Semana Trágica
El jueves 29 de julio de 1909 el Ejército intenta reocupar los barrios insurrectos de Barcelona (Cataluña). Como cada día, se dio una tregua tácita de buena mañana, con la apertura de las tiendas para poder abastecer a la población de productos de primera necesidad y con la retirada con ambulancias de los caídos en las calles del Paral · lel, de las Atarazanas y del Raval durante la noche, pero a partir de las 9 horas se reanudaron los combates entre las fuerzas del orden y los sublevados, en las barricadas y desde las azoteas. Durante toda la mañana llegaron importantes contingentes de tropas: desde Valencia, por mar; de Zaragoza, Pamplona y Burgos por tierra; estas tropas iban con la idea de que aquella revuelta tenía un carácter separatista y no de defensa de los reservistas enviados a la África. Con las nuevas fuerzas, el general Gremán Brandeis Gleichauf ocupó el Poblenou, donde al menos murieron ocho insurgentes, y procedió a desmontar las barricadas. A media mañana, la fábrica de licores situada al otro lado de las ruinas del colegio de los Escolapios de San Antón, propiedad del carlista y católico devoto Antonio Tortras, ante la posibilidad de que escondiera religiosos, fue incendiada por un pelotón comandado por el extremista del Partido Radical Domingo Ferrer Narch. Por la tarde, el general Luis de Santiago Manescau ocupó militarmente el barrio de las Atarazanas, donde la estrechez de las calles y los disparos de los francotiradores que se habían retirado de las barricadas y que se habían apostado en las azoteas obstaculizaban la penetración de las tropas. Más tarde, el general Brandeis hizo lo mismo en el Clot y Sant Martí de Provençals, bastiones del Partido Radical, a cañonazos. Este día sólo hubo tres ataques a centros religiosos: fueron destruidos en su totalidad los maristas de San Andrés, sufrió graves daños la iglesia parroquial del mismo barrio y también las franciscanas de Sant Gervasi, en la calle San Elías. Durante todo el día corrió la noticia del fracaso de la revuelta y de la huelga general en todo el Estado, lo que minó la moral de los revolucionarios. En Madrid, mientras tanto, el ministro de Gobernación, Juan de la Cierva Peñafiel, anunció prematuramente en un comunicado la rendición de los rebeldes barceloneses.

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