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viernes, 20 de julio de 2012

CREACION DE LA PRIMERA SOCIEDAD DE RESISTENCIA ARGENTINA


Creación de la primera sociedad de resistencia argentina

El 18 de julio de 1887, gracias a la iniciativa del anarquista Ettore Mattei, se funda oficialmente en Buenos Aires (Argentina) la «Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos» y , paralela a ella, una asociación de apoyo mutuo. Será la primera sociedad de resistencia obrera de la República Argentina y, aunque el carácter anarquista no aparecerá de manera explícita, se basará en los principios anarcosindicalistas de la acción directa y la huelga revolucionaria. Errico Malatesta, entonces en este país, redactó los estatutos, que sirvieron de modelo para otras sociedades de resistencia creadas por anarquistas, como los zapateros, los zingueros, los mecánicos o los carpinteros. El secretario-gerente de esta asociación fue Ettore Mattei, quien ocupará el cargo durante nueve años. Anarquistas destacados de esta sociedad fueron Francesco Momma, Rafael Torrents, José Eyra y Marino Garbaccio. Entre enero y febrero de 1888 mantuvieron una huelga que fue ganada por los obreros, pero una nueva huelga entre enero y febrero de 1890 fracasó. Esta sociedad de resistencia editó entre 1894 y 1930 el periódico El Obrero Panadero, del que fue el primer redactor jefe Mattei mismo. Su bandera era cuadrada y roja con el «globo atmosférico» y la leyenda «Solidaridad» con dos espigas de trigo y dos manos que se encajaban. Se constituyeron secciones en La Plata y Rosario. Las condiciones de trabajo de los panaderos eran verdaderamente duras y se efectuaba en pequeñas empresas y para grupos de dos a cinco trabajadores (maestro de pala, amasador, uno o dos ayudantes, estibador y encargado de maquinaria) los que se añade uno o dos repartidores, uno o dos dependientes y un peón de patio. El horario de trabajo nocturno marcaba y singularizaba los panaderos del resto de oficios, los aislaba del resto y los dotaba de una gran libertad de expresión. Formaban pequeñas comunidades laborales y en muchos casos dormían o vivían en el mismo lugar de trabajo. En muchas panaderías el propietario - un obrero que se había independizado - convivía con sus obreros, lo que provocaba no pocas fricciones. Los abusos patronales comprendían largas jornadas laborales de hasta 11 horas, sueldos bajos, comida de poca calidad, falta de condiciones higiénicas y actitudes paternalistas de control. Los panaderos de este sindicato bautizaron con nombres burlescos sus productos de panadería, como «vigilantes» (delator), «bolas de Fraile" o "suspiros de monja», nombres que se emplean actualmente.

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