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domingo, 12 de febrero de 2012

¡Por favor, no tiren de la cadena!


A partir de este lunes cuando vayan al trabajo sepan que sus empresas podrán hacer con ustedes lo que les venga en gana, que es mucho. De entrada, es posible que le bajen el sueldo con un preaviso de quince días, con el que tendrá que tragar o resignarse a ser despedido con una indemnización de 20 días por año y un tope de nueve. Si no es una cuestión de ojeriza y en su mismo caso se encuentra más del 10% de la plantilla, el resto puede ir rezando lo que sepa: al empleador podrá hacer una rebaja colectiva de los salarios fijados en convenio con sólo alegar un caída de ingresos o ventas a lo largo de seis meses o la previsión de que las habrá en el futuro.

Supongamos que usted, padre de familia con hijos que ha dedicado a esa empresa sus últimos 20 años y que ha ido subiendo de categoría en su trabajo, decide permanecer en ella pese al recorte de su nómina. Resígnese a dejar de desempeñar las funciones que le corresponden y asuma que podrá empezar a servir cafés, porque a partir de mañana ya no habrá trabajos de superior o inferior categoría sino trabajos del grupo profesional, que son todos, desde el del aprendiz al del oficial de primera. Tenga cuidado con los constipados porque si la empresa entiende que se ausenta demasiado, con independencia de la media de absentismo de la plantilla, irá al INEM de cabeza.

Ya le tenemos con menos sueldo y sirviendo cafés pero al pie del cañón. Aún así, su empresa ha decidido prescindir de una parte de la plantilla entre la que se encuentra. Eche a la hoguera su contrato indefinido con 45 días de indemnización por año porque los nuevos expedientes de regulación son a la carta. No hay que negociar nada con el comité de empresa ni es precisa la autorización administrativa. Basta con alegar, no ya pérdidas, sino caída de ventas o ingresos durante nueve meses para ponerle en la calles a razón de 20 días por año trabajado.

Se siente, pero usted ya es un parado. Sepa que se prepara un plan para que no esté a la sopa boba mientras percibe el subsidio y que podrá ser reclutado para realizar servicios a la comunidad. Es decir, que puede convertirse en un voluntario de los que reclamaba Ana Botella para que le salga gratis a su Ayuntamiento lo que antes tenía que pagar.

Si ha encontrado trabajo gracias a una agencia privada, que ya son legales, reciba una calurosa felicitación. De ser una empresa de menos de 50 trabajadores su destino en lo universal –como lo son más del 90% de las empresas del país-, podrá concertar con ella un contrato indefinido que reportará diversas ventajas a su empleador. Eso sí, su período de prueba es de un año por lo que podrá volver a ser puesto en la calle sin coste alguno dentro de ese plazo, en esta nueva modalidad de despido libre y gratuito.

Puede que el trabajo sea a tiempo parcial. Tendrá que aceptarlo porque no tiene otra cosa y no se sorprenda si se le pide que haga horas extras porque también son legales. ¿Que cree que con eso se enmascara, en realidad, un trabajo a tiempo completo para ahorrar dinero al empresario? Bien. ¿Y qué?

Antes que recurrir a los sindicatos, que ya no pintan nada, hágase socio de un club de tenis, que al menos hará deporte. ¿Convenios? Dejarán de estar vigentes en dos años si no hay pacto para renovarlos. La empresa tendrá facilidades para no aplicar las condiciones laborales acordadas si sus ingresos han disminuido en los últimos seis meses. Hágase un cucurucho para las cáscaras de pipas con aquellas páginas donde se hable de jornada, horarios, trabajo a turnos o sueldos. Nada de lo firmado tendrá validez.

No envidie a su vecino porque sea personal laboral en una Diputación, ya que buena parte de lo anterior también le afecta, singularmente lo referido a los despidos y a los sueldos. A estas alturas se estará planteando, y con razón, qué ha ocurrido para que derechos de décadas hayan sido arrojados en un segundo al retrete. Despídase de ellos: están a punto de tirar de la cadena.

Juan Carlos Escudier

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