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sábado, 13 de noviembre de 2010

La CNT de Pilar de la Horadada edita la revista Acracia

Nos complace daros la bienvenida a esta nueva revista que es el Organo de expresión de la CNT-AIT de Pilar de la Horadada.


La elaboración de esta revista ha constituido un reto, tanto técnico como económico para una central sindical como la nuestra que no recibe subvenciones ni del Estado ni de las Empresas, siendo esta la única manera de garantizar la independencia y objetividad. La CNT es un sindicato de trabajadores/as con muchos años de lucha y de experiencia a sus espaldas. Nuestro sindicalismo está alejado de la burocracia y de los despachos, se hace en la calle, en los tajos, en los centros de trabajo.

Elegir el nombre de Acracia para el nombre de nuestra revista no es al azar, si no todo lo contrario: la acracia es un orden basado en el principio de no coacción, donde las reglas de convivencia son resultado de pactos voluntarios. Los ácratas no aceptan la legitimidad de ninguna imposición. Desde su perspectiva, para que una acción tenga valor moral debe emanar de la decisión libre de quien la emprende. Para ellos, las personas no han nacido para obedecer, sino para decidir por sí mismas. Lo que tienes entre tus manos es una revista hecho por obreros/as y para obreras/os. Este es precisamente el espíritu de esta publicación, un punto de información, consulta y denuncia de todo lo que ocurre en este pueblo asolado por la ignominia del dinero y la falta de dignidad obrera.

Esta revista va también dedicada a todas esas personas que lucharon por una sociedad mejor. De forma anónima, con sinceridad y con dignidad. Gente llana, normal y corriente que criaba a sus hijos, que vivía como podía y que trabajaba mucho pero que no dejaba de pensar que las cosas podían ser de otra manera. Muchas de esas personas durante demasiados años no tuvieron ni siquiera el derecho a que se les recordara.

Memoria viva de esta Confederación y de la historia de la Resistencia de este pueblo contra la lacra fascista que tiñó de sangre la floreciente sociedad del 36. Compañeros que aún están con nosotros como Cayetano Zaplana, Juan Alcaraz y otros muchos que nos han ido dejando. Personas como estas nos hacen falta para hacernos a todos mejores. Tolerantes, vitales, abiertos, dialogantes, pícaros, cariñosos, cercanos, sensatos... En fin, buenas personas, ¡¡Qué mejor manera de ser anarquista que siendo una buena persona!!

Aquí tenéis vuestra revista, colaborad y difundidla, entre todos haremos de esta revista un arma contra la injusticia y el orden establecido.

A nuestra gente

Hay dos Españas. Una la España eterna, negra como el alma de sus católicos gestores, que la llevaron tras sus picas al otro lado de los mares y llenaron medio mundo de inquisidores y piras incendiarias. Aquella España imperial que fue menguando y dejando retales en Flandes, en Portugal, América, Filipinas, Marruecos, Sahara, Guinea… Sus inconfundibles señas de identidad son los Borbones inútiles, el ejército colonial, la guardia civil, los mismos sueños y collares.

Hay también, digamos, otra España, pesadilla de la anterior. Fueron los que burlaron el santo oficio, moriscos expulsados, guanches exterminados, comuneros de Castilla, cimarrones americanos. Fueron los que en Jerez reventaron las quintas, los pobres que bandolearon por todas sierras morenas, los anarcos y aceituneros altivos de todo el sur, los que echaron a los Borbones y crearon las colectividades en el 36. Estuvieron en Casas Viejas, en el octubre Asturiano, en el Madrid del No-Pasaran: dieron la bienvenida a las Brigadas Internacionales, amigos de Francisco Ferrer Guardia, de Durruti, de Joan Garcia Oliver, de Francisco Acaso, de Miguel Hernández, de Federica Montseny… Todos lucharon juntos con los maquis, fueron juzgados en los juicios sumarisimos, junto a Puig Antich, junto a Delgado y Granados.

Hoy, todos ellos, antitesis de la España corrupta, siguen ahí, avivando los rescoldos solidarios con los que volver a prender un día el fuego de la utopía.

Son nuestra gente, nuestros Hermanos.

A estos y solo a estos nos dirigimos.

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