Páginas

jueves, 6 de diciembre de 2007

Otra vez la patronal se sale con la suya con la complicidad de CCOO-UGT



Mercedes Benz: Otra vez la patronal se ha salido con la suya x CO.BAS-Barcelona El cierre de Mercedes representa un nuevo y duro golpe al movimiento obrero, una nueva posición perdida ante una patronal que hasta la fecha, con la estrecha complicidad de la Generalitat y de las burocracias de CCOO y UGT, no ha encontrado barreras a sus planes de cierres y deslocalizaciones
El pasado 24 de noviembre el comité de empresa de la factoría de Mercedes Benz de Barcelona firmó el preacuerdo del expediente de regulación de empleo (ERE). Dicho pacto establece el cierre de la fábrica, el traslado de entre 150 y 270 trabajadores a Esparraguera, a una empresa “joint venture” [entidad formada por dos o más empresas en que ambas aportan patrimonio y dividen los beneficios y pérdidas, según lo que aportaron] de muy incierto futuro, prejubilaciones obligatorias para todos aquellos que hayan cumplido 52 años y despidos indemnizados para el resto a razón de 52 días brutos por año.
La multinacional anunció el cierre de la factoría por sorpresa, cuando tenía firmado con los trabajadores un plan industrial hasta 2014 y al poco de haber firmado un convenio para cuatro años. El motivo del expediente era evidente para todo el mundo: llevar a cabo una enorme operación especulativa con los terrenos y, al mismo tiempo, dar paso a una deslocalización encubierta, quitándose de encima una plantilla con derechos.
El ERE presentado por la multinacional no se justificaba en ninguna causa legal para el cierre: Mercedes Benz tenía beneficios, tenía mercado y tenía tecnología. De tal manera, la Generalitat no podía por si misma autorizar el ERE. La sola negativa a aceptarlo por parte del comité de empresa habría hecho imposible su aprobación.
Sin embargo, desde el mismo anuncio del expediente, la burocracia de CCOO, con la Federación del Metal al frente y contando con la mayoría en el comité de empresa, decidió aceptar el cierre y negociar el plan social. Justo cuando los trabajadores veíamos que los días de huelga hacían daño (llegando a parar la producción de Vitoria y Alemania) y los trabajadores de Vitoria empezaban a apoyarnos, en lugar de luchar, presentaron como única salida el plan social. En todo el proceso, han hecho gala del mayor burocratismo, negando a la asamblea su capacidad decisoria, alegando que las decisiones las tomaba el comité, “que para eso fue elegido en su día para cuatro años”. La única votación que admitieron, contra su voluntad, fue la del preacuerdo, cuando todo el pescado ya estaba vendido. En esta votación ganó el Si, frente al No defendido por la izquierda sindical.
Los burócratas de CCOO habían insistido a lo largo del proceso en que había que mantener la “unidad del comité” en el que tenían mayoría. Mientras, hacían y deshacían por los despachos sin informar al resto del comité ni a la plantilla. Al final ya no les importaba tanto la “unidad del comité” y pasaron a decir que como “fuerza mayoritaria, ellos asumían la responsabilidad”. Resumiendo, mientras decían “viva la clase obrera”, la multinacional estaba muy contenta, pues ellos ya habían conseguido desmoralizar a la plantilla y convencerla de que el SI era lo menos malo. Nada de luchar. Lo mejor era coger algo de dinero, aunque se acabe como prejubilado empobrecido y prematuro o mileurista.
Valorando todo el proceso, pensamos que la izquierda sindical sólo habría podido frenar las maniobras de la burocracia de CCOO, apoyándose en dos puntales: el primero marcar bien claro desde el inicio, que todas las decisiones importantes debían ser tomadas en la asamblea general, dando la palabra a las diferentes posiciones y que el comité no podría decidir por los trabajadores sino con ellos y ellas, porque sólo así se logra la unidad de la plantilla, aceptando todos lo que la mayoría democráticamente decide. El otro puntal era dejar claro desde el principio la no aceptación del cierre y la negativa a la negociación del ERE, sabiendo que sin el consentimiento del comité la Generalitat no podía firmar el aval a unos despidos en una empresa con tantos beneficios y con una especulación brutal de un terreno de 96.000 metros cuadrados, que vale 10 veces más que las indemnizaciones pactadas.
Sobre estas bases, se podía trabajar para dar una batalla por la solidaridad obrera, empezando con los compañeros de Vitoria, buscando la unidad con otros trabajadores amenazados de cierre. Y también se podía luchar para ganar a la opinión pública, dejando en evidencia los escandalosos manejos de la multinacional y poniendo entre la espada y la pared al Ayuntamiento y Generalitat, que, aunque aparecen como de izquierdas, siempre se someten a las multinacionales, con el criterio de que les traigan los cierres negociados con las direcciones sindicales de CCOO y UGT, que para eso las subvencionan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario