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sábado, 28 de abril de 2007

Anarcosindicalismo y 1º mayo CNT Bilbao




Anarcosindicalismo y 1º de mayo.
enviarCNT de Bilbao
Han transcurrido muchos años desde aquel 1886, donde cuatro sindicalistas anarquistas, acusados de atentado contra la policía, fueron ahorcados en 1887. En 1893 fueron declarados inocentes por el gobernador de Illinois.
En 1920 los anarcosindicalistas eran cazados por pistoleros de la patronal, ejemplo Salvador Seguí, viéndose obligados a formar comités de autodefensa. Setenta años han pasado, donde los sindicalistas tanto de la CNT como de la UGT y STV, se lanzaron a frenar el golpe fascista de 1936. Las consecuencias fueron brutales, con el triunfo del franquismo, miles de trabajadores de todas las tendencias o pensamientos sociales fueron asesinados vilmente. Esta es la historia resumida en tres capítulos del movimiento obrero, sangre, sudor y lágrimas, que aún se siguen derramando. Hoy en día las formas no son tan radicales, entrecomillas, pero existe una sangría de accidentes laborales y aquí no hay posibilidad de autodefensa, te mueres o quedas lisiado y santas pascuas. No hay una reacción contundente, nos han domesticado. Qué lejos queda el convenio de la construcción firmado en Sevilla en 1936 entre la Patronal y la CNT, donde se consiguieron 36 horas de trabajo semanales. La situación es bien distinta, convenios sin firmar, burocratización de los sindicatos, profesionalización. La CNT que siempre ha abogado por las Secciones Sindicales, ve sistemáticamente denegados sus derechos, porque se considera una amenaza al sistema actual de funcionamiento sindical. El porqué de esto es bien claro la CNT, no participa en las Elecciones Sindicales, porque no cree en esta democracia que se desarrolla un día cada cuatro años, evitando dar respuesta a toda iniciativa de forma de organización social acorde a los tiempos que vivimos. Vota y calla, ya decidiremos los elegidos. No es así y no puede ser siendo, hay que recuperar un sindicalismo de base, participativo, donde los afiliados sean partícipes de las decisiones que se tomen. Podemos analizar siquiera someramente, cuales y como son las condiciones laborales. El trabajo es una ley de oferta, demanda y productividad, donde los productores son meros números que dependen de los beneficios que la empresa planifica cada año Si esto no se cumple, llegan las reducciones de plantillas o el traslado a otros países, donde el salario es menor, no existe la posibilidad de asociarse, las empresas buscan que así sea, y que los trabajadores puedan ser reducidos por la fuerza de la necesidad o el miedo. Existe la llamada “libertad de manifestación” de la que se goza en algunos países, es un derecho que nos hemos ganado los trabajadores, aunque como otras muchas opciones está sujeta a un orden político. Un régimen parlamentario o absolutista, no da más de sí. La caricatura de la igualdad, el derecho al trabajo, a una vivienda es todo puro artificio, es la oratoria de los políticos. En el orden político el Derecho es la consagración de la esclavitud voluntaria. En nuestros tiempos y en otros pasados, los trabajadores salen a la calle, en defensa de sus intereses a poner sus cuerpos indefensos a las balas, a las porras, a las pelotas de goma, a los gases; son héroes de barricada. Ha veces pienso, siempre ha sido así y quizá seguirá igual, siempre recibiendo. Porqué no pensar, dónde está el explotador, dónde el político que nos engaña, dónde las direcciones de las empresas o los hilos que las mueven. Cuando los trabajadores se concentran a las puertas de las fábricas, se encuentran con esquiroles, bien de la misma fábrica o contratados por la patronal, igual que hace 100 años. Hay que recuperar el compañerismo, el sindicalismo de clase, tanto de corbata, bata o mono de trabajo, todos son asalariados que venden su fuerza de trabajo. No podemos pensar que siempre vamos a ser carne de cañón y no podemos confiar en los “salvadores” que la historia nos aclara que al final se han convertido en gestores de una sociedad a la cual decían combatir. Debemos pensar en nuevas tácticas, no podemos seguir con la actual de los llamados Sindicatos mayoritarios. Las huelgas generales se convocan para ganar, aunque ha veces no se consiga, pero aún así el orgullo y la dignidad hay que mantenerlos. No a las huelgas de media hora o de un día que únicamente para justificar a las cúpulas de los sindicatos. Tampoco esas huelgas de fin de semana, como si de un puente de trabajo se tratara . Se necesitan fuegos artificiales, que no de artificio que hagan recapacitar a las patronales de turno. Las iniciativas deben de surgir de abajo hacia arriba, de ahí surgen las ideas, se hacen los hombres libres. Los dirigentes y políticos que critican el sindicalismo autogestionario, son en muchas ocasiones los que institucionalizan la violencia, los que provocan guerras, apelan a los sentimientos patrióticos, el capital no tiene sentimientos ni patrias, para justificar unos oscuros intereses, que la mayoría de los mortales, incluida la clase trabajadora ignoramos. Somos trabajadores y nuestra fuerza es nuestra mano de obra, seamos ricos en ideas y palabras, seamos ricos en hechos.

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