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domingo, 13 de agosto de 2017

¡EN GUARDIA AIT-IWA


¡ EN GUARDIA, AIT-IWA !

Publicado, originariamente, Jose Luis Garcia Rua como Secretario General de la AIT, en CNT, nº 232, págs. 20-22, marzo 1998.

 

¿Ladran los perros? ¡Buena señal! ¡Cabalgamos! La gente de Paris-Vignoles, más preciso, la gente del grupo  sindical francés expulsado de la AIT en su XX Congreso (Madrid, diciembre 1996) llega ya al colmo de la desvergüenza, y, como era de esperar, asoma cada vez más su verdadera cara. A pesar de que algún grupo, que tiene cierta comprensión hacia ellos, les ha instado a que no sigan utilizando las siglas AIT, ellos se empeñan en seguir exhibiéndolas, por sacar partido de la confusión que buscan producir. La razón de esa actitud la expresan ellos mismos, sin querer, en el añadido central que introducen en su órgano Le Combat Syndicaliste, nº 185 de enero de 1998: “la construcción de un movimiento fuerte a nivel nacional tiene poco  futuro, si no emerge de él, paralelamente, un movimiento internacional.”. Queda, entonces, claro que, la existencia misma de su grupo depende exclusivamente del apoyo internacional que puedan recibir y que, a toda costa y sin reparar en los medios más vergonzosos, tratan de recabar. De ahí el carácter de las maniobras, la doblez del lenguaje, la retorsión y hasta el cinismo que, en ese campo, vienen desarrollando y que, llevados de una furia desesperada, disfrazada de ínfulas de pretenciosidad, vienen, en los últimos tiempos, intensificando hasta el paroxismo. Tienen prisa, quieren echar el resto como instrumentos de una operación reformista, en la que concurren con otras fuerzas, definidas ya como tales, y hacen mil clases de aspavientos por urgir a otras fuerzas a las que quisieran definir en el sentido de su propia marcha, que no es otro que el de construir una nueva Internacional, o, llegado el caso, el de “doblar” nominalmente a la AIT, haciendo de los dos problemas uno solo. Pero, dejando para el final de este trabajo los comentarios sobre el origen y la finalidad de estos intentos de desviación, complementada en su caso por una operación de “recuperación”, léase de latrocinio del término “anarcosindicalismo” a niveles continentales, pasemos a examinar, primero, punto por punto, el arriba citado escrito de Le Combat Syndicaliste del grupo Vignoles, prototipo aventajado de negación y retorsión interesadas de los hechos, así como de discurso mistificador y de doble lenguaje, destinado todo ello a coger por sorpresa a desprevenidos y huérfanos de información.

Empiezan pretendiendo que “en total contradicción con los estatutos de AIT”, el XX Congreso de Madrid excluye a dos Secciones, ellos y la “USI – Roma”. Contra lo primero: Es perfectamente acorde con los estatutos y principios de la AIT excluir a las Secciones que se desvían voluntariamente de los mismos. Ello sucede en cualquier organización, y no es la primera vez que tal caso se da en la historia de la AIT. Contra lo segundo: En este caso, no se excluyen dos Secciones, ellos y los “romanos”, sino en cada una de ellas a una parte de cada Sección, y ello, precisamente, ante la petición originaria de las otras partes, ellas sí respetuosas de los principios y estatutos de la AIT, y tras la comprobación posterior de sus razones.

Continúa el citado escrito criticando la razonada petición de la CNT-F, que ellos llaman “sector Bordeaux”, de que el Congreso comenzara por el punto del Orden del Día, donde se habrían de dirimir las escisiones, tanto la acontecida en Francia como en Italia, lo que supone una prueba de interesada dejación de inteligencia, un hacerse los tontos, por parte de los Vignoles, pues no hace falta ser un dechado de lucidez para comprender lo absurdo de la pretensión (la de los Vignoles) de que dos elementos congresuales (los que fueran), que al término del Congreso habrían dejado de pertenecer a la AIT, hubieran intervenido con su voto, a lo mejor de manera decisiva, en los acuerdos y dictámenes que habrían de surgir de las discusiones sobre los puntos precedentes del Orden de Día.

                Primeras mentiras: Afirma el escrito de los Vignoles que, durante el Congreso y en la reunión previa que  tuvieron con los compañeros de la Solidarity Federation inglesa, éstos  les dijeron que su participación en los Comités de Empresa planteba un serio problema a la AIT, y que ellos (los Vignoles) habían desmentido que participaran en Comités de Empresa. En primer lugar, con la restricción “Comités de Empresa”, y que, además, no lo es, tratan de enmascarar y difuminar su práctica electoralista, que es lo fundamental de la cuestión, respecto de estructuras de institución estatal y de todo aquello concerniente a las elecciones profesionales. Su participación en elecciones a “delegados de personal” (stewarts, prud´hommes…) está no sólo teóricamente justificada por ellos, en su folleto La pratique d´un syndicat CNT dans…Spes, 1993 (publicado en la imprenta Gondoles, RCS Creteil 572 167 864 supl. Comb. Synd. 87087 D 73), donde se lee, en pág. 15: “acerca de los delegados de personal, la estrategia de CNT prevé la presentación de candidatos en la pequeña empresa…; en 1991, (obtuvieron) un delegado de CNT; en junio de 1992, tres elegidos de CNT”. Asimismo, en el folleto de 1990, reeditado con modificaciones en 1993, Orientations et fonctionnement (publicado en el mismo lugar que el anterior), en pág. 7 y siguientes, después de decir que no participan en comités de cogestión, como Comités de Empresa, Prud´hommes, delegados de personal, Comisiones Administrativas Paritarias, en el sector público, leemos: “el Congreso (el suyo) sólo reconoce la presentación táctica a elecciones profesionales, en el caso de que nuestros derechos profesionales no fueran reconocidos en la empresa (delegado de personal y representante sindical en el Comité de Empresa, en el sector privado)…también en las empresas de menos de 50 trabajadores, donde la función de delegado sindical está asegurada por un delegado de personal” (pág. 7); y ,en la pág. 8: “ la CNT acepta, sin embargo, en determinadas condiciones, …experiencias de delegado de personal…De igual modo, el sindicato puede o no designar un representante en el Comité de Empresa, con la sola finalidad de información”.

Sobre los hechos de esta participación en elecciones sindicales, puede consultarse también Le Monde Libertaire nº 925, Paris, sept.-oct., pág.3, y el número 926, página 4, donde se hacen entrevistas y aclaraciones al respecto. Esecialmente instructivo sobre este punto es Le Combat Syndicaliste de Vignoles, diciembre 1994, nº 151, donde, en su página 6 se riza ya el rizo de una desfachatez que insulta la inteligencia de todo lector. Habla la Federación PTT-CNT-F, que empieza afirmando: ”nuestra Federación no se presenta a elecciones”, para luego continuar: “intentaremos obrar de modo que nuestra campaña sobre la unidad del personal, de cara a las posturas postelectorales, no pase al cuarto trastero, pues, si queremos poder pesar contra nuestros patronos, nos hará falta, desde 1995, la unidad sindical más amplia y la unidad del personal…”, y, ya por fin, inmediatamente, como si el lector no hubiera leído nada de lo anterior, nos dicen: “dado que nuestra Federación practica el federalismo, el sindicato de Val-d´Oise, presenta listas (a las elecciones profesionales) a nivel local para darse a conocer, a la vez que participa en la campaña federal”. Es decir, no se presentan, pero se presentan. Sí, pero no, o no, pero sí. Su clásico doble lenguaje: Hablan contra el SUD, sindicato trotskista que se presenta a elecciones, y, a la vez, anuncian que su Federación participará en una reunión y en una manifestación convocada por aquél. La conclusión no puede ser más épatante : “nuestra Federación no llama a la abstención ni a votar, pero, en su campaña nacional , recuerda que lo importante sigue siendo la unidad en la base del personal: las elecciones pasan, los problemas quedan”. Anteriormente, (ver supra) habían dicho que la CNT no participaría en  organismos de cogestión o de colaboración de clase, y habían puesto como ejemplo de éstos las Comisiones Paritarias Administrativas en el sector público. Pero vemos, ahora, en Le Monde Libertaire de enero de 1995, nº 982, pág. 6 y a propósito de estas mismas elecciones, que Jacques Toublet, miembro destacado de los Vignoles, hace sus cabriolas en la dirección de la entrevista, en la que Romnée se balancea, a su vez, en la cuerda floja por presentar a esas mismas Comisiones Paritarias Administrativas, como una pura bagatela sin mayor importancia que la de medir la influencia de cada central, y,así, poder justificar su presencia en ellas.. Pero, a la vez, claro, hay que criticarlas, porque, si no, ¿qué hacer con otras declaraciones anteriores contradictorias con las actuales? Hay que criticar las elecciones sindicales, pero, a la vez, las asumen como medio de  construir la organización sindical. O sea, unos se presentan a elecciones, otros, que podrían no lo hacen, y otros más que quisieran, no pueden hacerlo por falta de medios. ¿No hay aquí más de un sonido del oportunismo leninista?. A lo largo de los discursos de los Vignoles, tanto en fondo como en forma, seguiremos encontrando más de uno.

Es decir que aquel tête à tête que , en los preámbulos del XX Congreso, los Vignoles dicen haber tenido con la Solidarity Federation a instancias de ésta, si los compañeros ingleses estaban desinformados sobre el tema “elecciones sindicales” de los parisinos antes del encuentro, al final del mismo, salieron aun más desinformados y confundidos, pues se les tomó el pelo de lo lindo, lo que explica su abstención posterior en la votación del punto, en parte causada también por el hecho de que el Congreso votó exclusión o comisión informativa, pero, por otro lado, debía la citada comisión exponer y disponer de todos los datos que aquí acabamos de dar y de muchos más que el entonces llamado “Sector Burdeos” había presentado en su informe y que habían sido traducidos sólo al español y no al inglés, y que, además habían sido difundidos  en forma tardía y no completa. Es más que seguro que, si todos los datos constatables que aquí damos, más los aportados por el sector que quedó como Sección francesa, hubieran sido conocidos por la generalidad de los votantes, la exclusión hubiera sido por unanimidad o casi. De todas formas, sólo una Sección votó contra la exclusión.

Pero el grupo de Vignoles no pierde el tiempo y una vez más, utilizando la vía de la formalización y beneficiando de la agitación que siempre produce un tema tan crucial para la vida de la AIT, explotándolo, además, en provecho propio ante compañeros recién llegados que intentan la entrada en AIT y que no conocen el problema ni su fundamentación y trasfondo, usando y abusando, pues, de ignorancias, proceden a tender sus redes, en una sibilina operación de “anudar lazos” que tiene todo el color de una caza furtiva. Si el Congreso les reprocha un comportamiento anti-AIT, y si, incluso la CNT-F les ofrece regresar dentro del respeto de los principios, tácticas y finalidades de la Organización, ello no parece llevarles a ninguna reflexión ni a ninguna forma de autocrítica. Por el contrario, para ellos, la cuestión es seguir “anudando lazos”, aunque tengan que hacerlo retorsionando discursos y mintiendo, o haciendo con la mano derecha lo contrario de lo que habían proclamado con la izquierda. Su intención, desde el principio, era inquebrantable: o llevamos a la AIT donde queremos o la dinamitamos. O lo uno o lo otro.

En el tercer apartado del calumnioso escrito que, de principio, comentamos, buscan encontrar las razones de su expulsión en la emergencia de una especie de Politburó en el seno de la AIT y en una burocratización de la misma. Siempre la mejor defensa fue el ataque. En este caso, vana y burda. Acusar a un hombre de dos metros de haberse escondido en un agujero de cincuenta centimetros es absurdo. No hay posibilidad material. La estructura antijerárquica de la AIT no tolera ningún punto de mando, ningún órgano decisorio que  no sean las asambleas directas de sus miembros. Cualquier lerdo puede saber que toda burocracia requiere una estructura determinada. Por lo que hace a la AIT ¿dónde están los burós, las oficinas, los oficinistas, los funcionarios, los liberados, los dineros para pagarlos? Ellos conocen muy bien el resabio político de “calumnia, que algo queda” y así lo intentan, pero eso mismo delata, en ellos, la ausencia de todo espíritu libertario, y, por supuesto, lo distantes que están de un comportamiento anarcosindicalista. ¿Desde cuándo la afirmación y defensa de los principios, métodos y finalidades, que todo anarcosindicalista ha suscrito libremente, se puede calificar de sectarismo y de “emergencia formal de dogmatismo”? Lo dicho: “calumnia, que algo queda”.

Pasamos por alto su acusación de que su exclusión pueda ser el fruto de “un hábil trabajo de lobbying”, porque de trabajo de amiguetes, de petit comité y estado mayor saben ellos montañas. Al hacerla, se están mirando a sí mismos en el espejo, y saben que ese su comportamiento fue el inicio de lo que les llevó a ser expulsados. Más atención merecen estas otras palabras suyas: “Nuestra gran equivocación fue creer que la AIT sólo debía mirar al futuro y no anclarse en el pasado”. Otra gran hipocresía. Aquellos que se mueren de gana de capitalizar en su beneficio un pasado glorioso, en forma de bienes, archivos, filmes, influencias, prestigio histórico etc, son los mismos que hablan con asco de “dogma libertario”, los mismos que no quieren sacar de ese pasado ninguna enseñanza, ni sus consecuencias lógicas, los mismos que se niegan a ver lo que ese pasado tiene de presente. Son los mismos “modernistas” que, para justificar una desviación de principios, esgrimen el trilema, cualitativamente falso, “pasado-presente-futuro”. Son los adoradores del tiempo, los “evolucionistas” poseidos del espíritu desarrollista del capitalismo, los que comprometen la realidad del presente por un futuro inexistente, los que ignoran, por incomprensión absoluta, la sabia definición, que alguien propuso, “el presente es un futuro adelantado de un pretérito detenido”, y por eso son incapaces de comprender que nuestra utopía es válida y real, precisamente porque, ya en el momento de concebirla, somos capaces de previvirla, de prefigurarla en formas y estructuras específicas de lucha, en actos, modos, comportamientos, en formas y modalidades de organización y de relaciónes internas, en actitudes concretas ante la naturaleza y ante la sociedad de los hombres, y por eso ignoran profundamente que la coherencia “fines/medios ” es consustancial con nuestros planteamientos; de modo que, por ello, esas gentes están obligadas a desconocer la raíz ética del modo de ser libertario, a la que ellos, en su autosuficiencia, califican de pura moralina. Todo esto, naturalmente, no pueden comprenderlo los oportunistas, los practicistas, los tácticos, los pragmáticos, los que, por ignorarse a sí mismos, no pueden percatarse de que  todos los adjetivos precedentes son los que, sumados, constituyen la sustancia del espíritu político, en el que pretendidos libertarios se mueven, de hecho, por pura mímesis del medio. Son aquellos que, para justificar su desviacionismo, califican de dogmatismo la mera voluntad de  coherencia interna; a la vez que escamotean la nítida conclusión de que, perdida esa coherencia, podremos ir a cualquier parte menos adonde pretendíamos y declarábamos querer llegar.

El colmo ya de la desfiguración histórica y de la mentira flagrante se muestra, cuando, dentro de ese mismo apartado, dicen: “La ideología puesta por delante como valor de la AIT es una ideología hecha para occidentales”, y continúan parafraseando: ¿cómo va a desarrollarse el tercer mundo si se pide a las Secciones ser, ante todo, anarquistas? Lo cual es calificado por ellos como ”aspecto misionero en total contradicción con nuestros principios y práctica de autonomía de las luchas que deben privilegiar la autonomía obrera” ¡Qué horrible mistificación! ¿A quién del tercer mundo van dirigidas estas palabras, a qué grupo al que quieren engatusar y engañar para atraérselo a su propio corral, donde todo parece caber? Algo así no se había oído nunca. Toda la vida escuchando a los marxistas decir que nuestro movimiento e ideario eran propios de pueblos subdesarrollados y eminentemente campesinos, y, ahora, resulta que, para los parisinos de Vignoles somos todo lo contrario, ideólogos de movimientos avanzados, acomodados a las necesidades de los países de tecnología punta. ¡Lo que hay que oir!

En cuanto al “aspecto misionero” del que hablan y que, según ellos, impide la autonomía de las luchas obreras ¿a quién pretenden equivocar con semejante barullo? Todo libertario organizado y consciente sabe de sobra que ni el concepto de autonomía tiene sentido al margen del concepto de federación, ni éste sin aquél. Hay una instancia que se llama “pacto federativo” de la que surge la asunción voluntaria y previa de unos principios, unas tácticas y unas finalidades que definen el denominador común de los diversos comportamientos de los suscribientes del pacto, o sea de las Secciones. Si alguno de los suscribientes salta por encima de los principios y métodos del pacto federativo, está, evidentemente, atentando contra aquel denominador común, y, así, sus actos afectan a los demás suscribientes del pacto, los cuales, por ello mismo, están en su derecho de pedir cuentas sobre estas actuaciones.De modo que queda claro que ni la federación debe dañar la autonomía ni ésta a la federación. No hay privilegio para ninguno de los dos términos, pues ambos son pareja inseparable. Hay, simplemente, equilibrio. Quienquiera que lo rompa, por más que, subjetivamente, no quiera convencerse de ello, está, realmente, fuera del discurso libertario. Para mantener una posición libertaria, no de nombre, sino de hecho, el referente de la estricta correlación medios/fines nos da el norte, y en esto todo libertario debe prevenirse contra cualquier vacía declaración de suscripción de los fines que no comporte, simultáneamente, el respeto activo de los principios y  métodos. No debemos olvidar nunca que los marxistas, y muy especialmente los bolcheviques, (ver El Estado y la Revolución de Lenin) declararon siempre y siguen declarando que su finalidad última es la aniquilación del Estado, lo cual no les privó de teorizar la “transitoria” dictadura del proletariado, hasta convertirla, en el terreno de los hechos, en el más cruel y sanguinario comportamiento antiobrero. El hombre es hijo de sus actos y no hay actos inocentes, es decir, actos que empiecen y terminen en sí mismos, dejando intacto todo lo demás. : Los actos nos constituyen y pasan siempre factura de lo actuado. Es así como todo libertario consciente se previene contra toda clase de oportunismo político.

Respecto a la afirmación de los Vignoles de que todo aquel que, en el seno de la AIT, esgrime el “dogma libertario” está exigiendo una especie de acta bautismal de anarquismo a todos los que en ella quieran ingresar, topamos, de nuevo, con las consabidas caricaturas mistificadoras de esos parisinos que no parecen saber operar fuera de prácticas calumniosas. Nunca, ni en la historia pasada ni en la presente se exigió tal cosa. Lo que si siempre exigió y se exige es que, sea cual fuere el fuero interno del afiliado o afiliable, externamente al menos, o sea, en sus actos, respete los principios, métodos y finalidades que configuran los acuerdos de la Organización en la que militan o a la que quieren adherir. Si toda organización tiene unos principios y unas finalidades, y, conforme a ellos, una estructura organizativa y una práctica determinadas, ¿cómo podría admitirse un comportamiento desviado de éstas, sin atentar contra la organización misma? La cosa es tan evidente que esos argumentos de los Vignoles parecerían ir dirigidos a gentes de un acusadamente obtuso índice cerebral. ¿Cómo podría ofrecerse una educación anarcosindicalista en el seno de la organización sindical, si la práctica de la Organización no lo es? Si, realmente, esos hombres y mujeres de Vignoles quisieran hacerse luz, no tendrían más que prestar una mínima atención a la historia de la Confédération  Générale du Travail, engrandecida y fortalecida por hombres como Pelloutier, empezada a desviarse por obra de otros como Monatte y ya totalmente desfigurada por los sucesores de éste. No debieran olvidar que , de 1905 a 1907, se cerraron 16 Bourses de Travail, para frenar las reivindicaciones que, desde ellas, se hacían todos los Primeros de Mayo por la jornada de ocho horas, ni tampoco olvidar que, cuando se reabrieron bajo la dirección de socialistas, elló representó el primer signo de declive del sindicalismo revolucionario Bastó con que, a principios de 1920, los ya constituidos como comunistas procedieran a la creación de células del Partido en los tajos y a la práctica del entrismo en CGT, para que ésta pasase, lisa y llanamente, a ser una simple correa de transmisión de intereses políticos. No sabemos si esta cercana experiencia pudiera ser suficiente para ponerles de relieve la importancia de velar por el respeto a los métodos y fines de la Organización, sin que ello tenga nada que ver con su infame caricatura del aduanero en petición de salvoconductos de anarquismo a los neófitos.

En esta tarea de convertir la AIT al reformismo, la declaración final del tercer apartado que comentamos no deja lugar a dudas sobre la intención de los Vignoles de “doblar” la AIT recurriendo a la práctica de las maniobras más viles, para arrastrar con halagos y engaños a su terreno a algunos miembros de la misma. Es el segundo intento (esta vez más intenso y más estratégicamente concebido) de convertir a la AIT en una organización reformista. El primer intento había tenido lugar en el IX Congreso de la Internacional (Marsella, 1956), en el que ya las Secciones holandesa y sueca habían defendido, mediando el protagonismo de Rüdiger, militante de antiguo prestigio, más tarde infausto, y contra la voluntad de todas las demás, un cambio de los principios y tácticas de la Organización, cuestión que, en el X Congreso (1958), da lugar a la consolidación de la exclusión de la SAC sueca, por abandono de los principios en su práctica. Ahora, al parecer, se quiere atraer a esa aventura a las Secciones que se dejaran engañar, junto con otros sindicatos que operan fuera de la AIT. Medios materiales no les faltan para ello: financiación más que abundante, viajes continuos, elementos “liberados”, dedicados full time a esos manejos, aparatos de comunicación de tecnología punta que conectan, al segundo, con cualquier punto del globo, ficheros, relaciones, capacidad de donaciones…En fin, no cabe duda de que tienen buenas fuentes de provisiones.

El terreno se viene preparando, hace tiempo, propiciándolo, además, por medio de una tarea de “reblandecimiento” de ciertos elementos, en el interior mismo de ciertas organizaciones anarquistas y anarcosindicalistas. Como resultado de estas maniobras, conspirativas, se anuncian ya, por ahora, dos próximos encuentros internacionales, uno en Lisboa sobre “municipalismo libertario” (¿qué tendrán que hacer los libertarios en los Ayuntamientos-Estado de un sistema capitalista?) y otro de carácter sindical, al parecer, si no cambian la idea, en Santiago de Chile. Como actores principales de todas estas iniciativas, aparecen la SAC sueca, escindida de la AIT, y la CGT española, escindida de la CNT-E. Estas dos organizaciones vienen, ya hace tiempo, teniendo un, en principio, inexplicable trato de favor por parte de Le Monde Libertaire (no sabemos si sólo de parte o de todo el cuerpo de redacción), órgano de la Federación Anarquista Francesa (véase, por ejemplo, los números 976, pág. 7; 978, pág. 5; 987, pág. 4; 1043, págs. 5 y 6; 1044, pág. 7; 1046, portada; 1075, pág. 3; 1087, pág. 6), y esto, a pesar de que, en los mismos  escritos que comentamos, se dice, en petición de credibilidad propia ante hechos flagrantes, que esas organizaciones tienen aspectos “incontestablemente” reformistas, y, a pesar, asimismo, de que los redactores de Le Monde Libertaire que cubrieron la información del “XIII” Congreso de la CGT española fueron, con estupefacción, testigos de, que, en el largo discurso (más de una hora) de su Secretario General, no se aludió, ni una sola vez al anarcosindicalismo, ni en término ni en contenido, ni al comunismo libertario, aunque sólo fuera de palabra, y cuando los redactores de L. M. L., extrañados, preguntaran cuál era la causa de esa exclusión, los “anarcosindicalistas” de la CGT les dijeron que era “para no asustar a los obreros”. Pues bien, al parecer, todos esos datos de reformismo declarado no son obstáculo ninguno, sino al contrario, para que la gente de Vignoles tenga una relación de contacto diario con esas organizaciones y órganos, aunque sólo salte a la luz pública a propósito de reuniones o actos comunes comunicados a la Prensa como puede verse reflejado en Le Monde Libertaire, nº 976, página 7, y número 1073, portada y páginas centrales, donde, a propósito del mencionado “XIII” Congreso de la CGT española se comentan los hechos arriba consignados, y donde, al final de los actos, hubo una reunión entre la CGT española, la SAC sueca, el SUD trotskista francés, la ARCA italiana y las gentes de Vignoles para tratar de decidir la creación de una nueva Internacional, cosa que, según se supo después, no pareció cuajar por esa vía, a causa de la oposición de la SAC, de lo que parece deducirse que el proyecto último, aún  tácito pero insinuado por ciertos contactos, y, sobre todo, por la declaración última del escrito comentado de los Vignoles de no renunciar al uso de las siglas AIT, podría ser el de intentar “doblar” la AIT, nuestra Internacional. O sea, no ya equivocados y ofuscados, sino traidores y coautores del proyecto “democrático” de asimilar, mutatis mutandis, el anarcosindicalismo en el sistema capitalista. Quizá lo que le diferencie del primero a este  segundo intento de convertir a la AIT en una Internacional reformista más es que aquellos que, en 1956 y 1958 pedían un cambio de principios, tácticas y finalidades, lo pedían abiertamente y de palabra. En cambio, en este segundo intento, se conculcan de hecho los principios, métodos y fines, a la vez que se hacen declaraciones verbales de no renegar de los mismos (qui s´excuse s´acuse, dice el pueblo francés)  Es decir, que la lección que esta gente parece haber extraído del pasado es la necesidad de mantener comportamientos hipócritas, con lo cual dejan de ser libertarios por partida doble.

Y es ya hora de hablar de ese mediterráneo que dicen haber descubierto y  que tantos frutos dicen haberles dado desde 1993. Hablamos de la “unidad de acción”.Encontrarse con otras fuerzas en la calle o en el ámbito de los tajos, en el seno de un conflcto asumido o asumible por los obreros, y plantear, dentro de él, el punto de vista específico del anarcosindicalismo es algo que la Internacional viene practicando desde el origen hasta el día de hoy. Suscitar el protagonismo de los obreros como conjunto e intervenir  como tales obreros implicados, teniendo del sindicato la idea de ser instrumento consciente de la asamblea, según el principio “asamblea sin sindicato es ciega, sindicato sin asamblea es vacío”, eso ha sido, desde siempre, el abc de la práctica anarcosindicalista. Descubrir eso es no descubrir nada. Pero, cuando los Vignoles hablan de ello como descubrimiento es que están hablando de otra cosa. Están hablando de un entendimiento previo con otras fuerzas sindicales de su propia índole reformista para establecer el tipo de corset que se disponen a aplicar a la clase obrera, y esto sí es el abc de todo reformismo. ¿Que eso da frutos temporales de afiliación? ¡Menuda verdad! Solo hay que mirar, por ejemplo, a la CGT en Francia a la CGIL en Italia, a CCOO y a UGT en España. Y bien, ¿qué significa eso? El tema no es la afiliación por la afiliación, sino cómo se adquiere y qué se hace con ella. Eso es lo que todo anarcosindicalista debe considerar.

Algo que merece una consideración aparte es la de la calificación del mentiroso cuando, además, actúa como canalla. Y es el caso de los Vignoles, cuando, por interés, halagan babosamente, a unos y escarnecen a aquellos que les recriminan su reformismo, llegando a extremos de cabal canallería, como cuando se refieren a la CNT española. Dicen que, en el XX Congreso, votó contra ellos sólo una parte de esa CNT. En primer lugar, el voto de una Sección en un Congreso no es nunca un voto parcial  , sino total. En segundo lugar, ¿querrían saber los Vignoles cuántos de los 200 sindicatos de la CNT-E votaron su expulsión en el Pleno Nacional de Regionales donde el tema se ventiló? Se quedarían atónitos. Pero seguro que lo saben, aunque a ellos les interesa más, a toda costa, incitar a los que ellos llaman sus “amigos” a que hagan, en esa organización la “revolución interna”. Es decir, a que trabajen bajo las directrices y con las pautas y fines de la CGT española. Todo es canallesco, pero donde la canallería llega al límite es cuando dicen, como descalificación que esa organización, la CNT-E que tuvo “200.000 adherentes de 1979 a 1981, tiene hoy sólo 2.000 y una actividad esencialmente dedicada a la recuperación del patrimonio histórico de 1936”, o, cuando, de manera vil, tratan de predisponer a otras Secciones contra “el peso histórico de la CNT española”. Respecto a esto último, ya los delegados cenetistas les respondieron adecuadamente en el XX Congreso. En cuanto al número de afiliados, quedan muy por debajo de la realidad, tanto en cuanto al período de los años setenta/ochenta como a la actualidad. Sin embargo, sí es cierto que hubo un considerable descenso desde entonces, y esto es lo canalla por parte de los Vgnoles, porque ese descenso está en el haber represivo de los gobiernos de la “democracia”. La situación de acoso y derribo a que la CNT-E fue y sigue siendo sometida, en todos los órdenes, por parte de los “demócratas”, de la “transición”,desde que éstos entendieron que no podían contar con ella para su política continuista del franquismo, en lo político, y de pacto social en lo económico-sindical, costó a la CNT-E, en efecto, gran número de afiliados, además de haberla hecho víctima de conspiraciones, incendios, muertes, apaleamientos, desahucios, persecuciones, calumnias y el garrote vil de la difamación civil de todos los mass media al unísono, orquestados por los diferentes gobiernos de cada color que se sucedieron desde 1977. Todo ese calvario de la CNT-E tuvo, en cambio, su contrapunto en todos los regalos, favores, beneficios y hasta privilegios que, de parte de las Administraciones, recibieron y siguen recibiendo, los amigos de los Vignoles, aquellos a los que los diferentes gobiernos de la “transición” promovieron y siguen promoviendo como la pieza de recambio de la CNT “revoltosa e intratable”…Ya sabéis que estamos hablando de la CGT española, el pendant español de los Vignoles en Francia. Y no vale la pena hablar de su mentira de que la CNT-E se dedica esencialmente a conseguir la devolución de su Patrimonio. Lo hace, sin preferencia, ni mucho menos, de actividad, y debe hacerlo, pero esos indecentes calumniadores deberían poner ante sus ojos la larga lista de multas millonarias, de persecuciones y encarcelamientos de que fueron y siguen siendo objeto la CNT-E y sus hombres y mujeres, hasta el mismo día de hoy, por su participación en toda clase de huelgas y de luchas y campañas. Afortunadamente, son muchos los compañeros de la AIT de fuera de España que la visitan, que colaboran en sus luchas y que pueden ser testigos de excepción de todo lo aquí dicho.

¡Compañeros y compañeras de la AIT-IWA, Secciones todas, obreros del mundo! En medio de la maldición reformista, que, en términos generales, viene imperando en el mundo laboral desde hace sesenta años, la AIT se mantuvo siempre como el gran refugio, el gran baluarte, la incontaminada esperanza de la regeneración obrera. En su modestia, nuestra Organización vino siendo, en todo ese tiempo, la piedra metida en el zapato de un capitalismo consciente de su impotencia para asaltar nuestras posiciones, un capitalismo, por lo demás, siempre receloso de que la gran energía potencial acumulada y concentrada en nuestra pequeña organización pudiera liberarse un día. Hoy, compañeros y compañeras, a ese capitalismo parece urgirle estrechar el cerco, intentando hacer llegar a nuestras puertas el que siempre fue su gran instrumento de consolidación y dominio como clase, el reformismo. Es hora de velar, compañeros y compañeras, hora de que, contra todo intento de colaboración y de mistificación, despleguemos toda la  inteligencia, toda la claridad de discurso y toda la indomable energía que siempre caracterizó al anarcosindicalismo, en defensa de la libertad y la justicia.

¡Viva la AIT-IWA!

¡Salud, compañeros y compañeras!

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