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domingo, 8 de enero de 2012

URGENCIAS

Sintió un fuerte dolor en el pecho y res. No le atendieron. Tuvo miedo de no llegar a tiempo. La esotérica historia de Felipe Rivas, un vecino de Tarragona de 64 años. A pocas horas de esa noche buena, cada vez menos buena para una inmensa mayoría de trabajadores y trabajadoras se encontró con su hora mala. El caso es que, cosas del destino programado por la mano que mece esta negra cuna, Felipe llegó en mala hora al Hospital Joan XXIII de Tarragona. Resulta que, ahora, en la modernidad del mercado globalitario, hay horas buenas y horas malas para ponerse enfermo. La unidad de hemodinámica de este centro sanitario cierra a las cinco. Órdenes de la Consellería. Y, aunque la ambulancia llegó media hora antes, el paciente no fue atendido. Sufrió un infarto de miocardio y tuvo que desplazarse hasta el hospital de Bellvitge, en Barcelona, para ser atendido. Con la mano en el pecho, y el miedo un poco más adentro, él mismo llamó a la ambulancia desde su casa. La autogestión entendida en el último experimento que están haciendo en la Generalitat.15 minutos después, hacia las cuatro de la tarde, el médico del vehículo de urgencias le hizo un electrocardiograma que detectó el infarto. Le dio dos pastillas de cafinitrina, medicamento específico para las crisis cardiacas, que dilata las arterias coronarias y suele reducir el dolor en minutos.


Rivas no llegó ni a bajar del vehículo de urgencias. "Desde la camilla, dentro de la ambulancia, oyó que comentaban que nos teníamos que ir a Barcelona", explica. Las dos capitales distan casi 100 kilómetros.

La Unidad de Hemodinámica del Joan XXIII atiende unos 80 infartos cada año, pero son unos 200 los residentes en Tarragona que anualmente sufren un infarto y tienen que ser trasladados hasta Barcelona.

Ya están preparando las Consejerías de todas las comunidades Autónomas, por aquello de lo de las barbas del vecino, la solución. Repartirán, al módico precio de dos euros, una cuartilla en donde, por barrios, se sabrá a qué horas puedes sufrir un infarto, una bajada de tensión o un ictus cerebral y traumatismos varios. Para las depresiones, todo está cerrado hasta nuevo aviso.

Quienes deseen borrarse del mapa ante el nuevo escenario, pásense antes por las asambleas del 15-M. A lo mejor vislumbramos juntos una salida airada para abrir a las puertas de nuestras urgencias.

*Gonzalo Romero es miembro de la Asociación Cultural Candela

(Botón de muestra emitido el 7 de enero de 2012 en El Candelero, RVK, 107.5 FM)

www.nodo50.org/candela

fuente: http://www.lahaine.org/index.php?p=58612

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