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viernes, 13 de enero de 2012

Testimonio de un preso anarquista kurdo

He sido un preso anarquista durante cinco años. El Consejo de Seguridad del Estado de Malatya (en el Kurdistán turco) me condenó a 15 años de cárcel por negarme a rechazar mi identidad y mis ideas anarquistas. He tenido que afrontar toda clase de problemas. En la cárcel de Malatya se me encerró con presos marxistas-leninistas en su mayoría. No obstante, me aceptaron como un ser humano más, apolítico, pero no como anarquista. Sólo el P.K.K. (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) me aceptó, con una condición: no debía hablar a nadie de mi anarquismo. Aún siendo menos duros conmigo, tampoco reconocieron mi identidad anarquista. Fueron moderados conmigo porque en el pasado me había defendido ante el Consejo como kurdo anarquista. De no haber sido así, estoy seguro de que jamás me habrían aceptado en su grupo. No tuve más elección que solicitar mi traslado a la cárcel de Burdur. Allí había cuatro presos anarquistas, que habían asumido sus ideas en la cárcel. Como otros presos anarquistas, procedían de la izquierda (es decir, del marxismo-leninismo turco).


Allí fue donde empezó la tortura. Dificultades de respiración, dolor de hígado, problemas en los oídos y los ojos. Mi celda no tenía ventilación y mi salud se degradaba cada vez más. Tenía problemas respiratorios y a veces me desvanecía.

Propuse a mis compañeros anarquistas que solicitáramos el traslado a un lugar más ventilado. Ellos estuvieron de acuerdo, pero las autoridades de la cárcel nos lo negaron. Nos pusimos en contacto con los representantes del comité de presos, controlado por las organizaciones marxistas-leninistas. Les expliqué la situación. Durante aquel tiempo no pude ver al médico debido al deterioro de mi salud. Hablé entonces con los representantes del M.L.K.P. (Partido Comunista Marxista-Leninista) y del P.K.K., solicitándoles ayuda. Se irritaron y nos negaron el apoyo porque éramos anarquistas y, por tanto, "no revolucionarios". Nos pidieron que no diéramos más problemas. Entonces decidimos pedir el traslado a otra cárcel en la que no hubiera marxistas. Los amigos me dijeron que permaneciera en uno de los bloques de los políticos hasta que mi salud se restableciera. Al principio me negué, pero estaba preocupado por mis constantes desmayos. Decidí comunicarlo al comité de presos. El M.L.K.P. se negaba a dejarme seguir en su bloque por más tiempo. El P.K.K., por otro lado, me dejaba quedarme con la condición de ser un ciudadano "corriente". Fuimos trasladados a diferentes lugares. A mí me enviaron a la cárcel de Konya-Ermerk (Anatolia central). Durante dos años viví allí. Por un tiempo estuve con los trosquistas, porque también se les rechazaba y se les trataba como a nosotros. Al final, experimenté la dificultad de convivir con los marxistas. Mis inclinaciones políticas eran la razón de todo. Mi salud estaba en peligro a causa de mi aislamiento. Fui enviado al hospital Numune de Ankara y sufrí una intervención. Sin embargo, no pudieron hacer nada con mis problemas de migraña y de oído.

Como podéis ver, el castigo por ser anarquista es muy severo. Hay obstáculos por todas partes. Creo que esto es algo que los anarquistas no deben olvidar. Espero que esta carta contribuya a informaros sobre las condiciones que debe afrontar un anarquista en las cárceles turcas.

(El compañero ha querido permanecer en el anonimato)

Periodico Tierra y Libertad nº 151 Febrero 2001

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