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miércoles, 18 de enero de 2012

La Gran Mentira del Comunismo

No es mi pretensión desmontar de raíz la doctrina marxista, no tengo ni cultura, ni un mínimo intelecto para ello. Pero si quiero hacer constar que el pensamiento de este hombre -quizá la influencia más importante en el siglo XX, eso no se puede negar- tomado como dogma, con sus concepciones mesiánicas y, al mismo tiempo, clasistas del proletariado -ya que consideraba que debía existir una jerarquía en el mismo-, estaba abonando el terreno para la existencia de una nueva élite explotadora y finalmente el mayor de los horrores. Es decir, se puede considerar que Marx, y posteriormente Lenin adecuándolo a las circunstancias, consideraban que una brillante vanguardia llevaría a las ignorantes masas al paraíso proletario.


Si algo pretenden estas líneas es señalar lo obvio, la obviedad de una ideología convertida en posiblemente el mayor cataclismo político y cultural del siglo XX, en la forma más perversa de totalitarismo disfrazada de emancipación obrera con el consentimiento de tantas y tantas personas que se decían comprometidas con la

“nación de la clase obrera” que constituía la URSS, coetáneos del dictador Stalin y por lo tanto cómplices de la eliminación de multitud de voces disidentes, incluyendo a l@s anarquistas ucranian@s -quizá de los pocos merecedores del calificativo de revolucionari@s-.

Observando la materialización de las formas más perfectas de totalitarismo –es decir, el control absoluto por parte del estado de la vida de l@s ciudadan@s, un control que, exista en mayor o menor medida, aspiran l@s anarquistas destruir de forma definitiva, en su aspiración de máxima libertad-, del que ya nos advirtió una de las pocas mentes lúcidas y honestas de su tiempo, George Orwell, resulta como una terrorífica cebolla en la que vas eliminado capas y capas plagadas de horror y solo es posible encontrar más y más mentiras maquilladas de ideología emancipadora: como ya he tratado de señalar al principio, difícilmente se sostiene, como muchos hoy en día se empecinan en seguir afirmando, que la idea marxista siga siendo válida a pesar del fracaso de su praxis, cuando dentro de su propia doctrina se exige que, para demostrar su validez científica, la teoría debe demostrarse con la práctica, pues bien la práctica del marxismo ha sido el totalitarismo y el campo de exterminio, sin más lecturas; Stalin fue un digno sucesor de Lenin que ya preparó el terreno para la dictadura de un sólo partido (1), adueñándose y eliminando toda posible revolución democrática y socialista (2); Trotski, que posteriormente sería un recurso de l@s marxistas disidentes del estalinismo con su revolución permanente (3), y su ejercito rojo acabaron con los intentos autogestionarios de Kronstand -cuya comuna reclamaba total independencia- así como la revolución anarquista ucraniana promovida por Nestor Makhno (4).

En los primeros años de la revolución soviética much@s fueron los que se entusiasmaron con la misma -gran parte de ell@s quizá de manera honesta, algunos supieron rectificar-, con esa materialización de los “sueños revolucionarios de la humanidad”, la sociedad sin clases, sin olvidar eso sí que habría que atravesar primero el “mal trago” de la dictadura del proletariado, naturalmente la dictadura se convirtió primero en la de un solo partido y, muy pronto, en la de una sola persona. Los medios de comunicación europeos no se hacían eco del absolutismo bolchevique, con la excepción de los anarquistas que estaban al corriente de lo sucedido en Ucrania y, además, una delegación de CNT efectuó una visita a la URSS a principios de los años veinte realizando un informe muy crítico. Hay que mencionar también que dentro de las fuerzas revolucionarias de oposición al bolchevismo en el mismo seno de la revolución, posteriormente a l@s anarquistas ucranian@s y a la comuna de Kronstandt, existió la llamada “oposición obrera” que trato de que los soviets -consejos que funcionaban o deberían funcionar como órganos de gobiernos locales- llevaran a la autogestión económica enfrentada a la centralización burocrática y jerarquizada del estado.

Los posteriores procesos de moscú nunca estuvieron basados en la verdad, es decir divergencias políticas, sino creando las mentiras más disparatadas, aplicadas incluso a antigu@s dirigentes bolcheviques caídos en desgracia, acusados de espionaje, sabotaje o traición de cualquier otra índole. En la mejor tradición proveniente de la URSS, l@s estalinistas españoles durante la guerra civil emplearon dicha táctica para acabar con el POUM llegando a publicar un libro relatando las actividades de espionaje franco-fascistas de ese partido, con un prólogo del prestigioso escritor católico José Bergamín. A colación de este episodio, que acabó finalmente con todo conato auténticamente revolucionario en España, hay que mencionar la actitud de los partidos comunistas europeos como ejecutores de los designios de Stalin ya que otra de las grandes falacias históricas es la de negar responsabilidades en tant@s dirigentes comunistas -alabados en este país gracias a su supuesta lucha antifranquista- así como intelectuales que brindaron su apoyo al estado soviético cuyos horrores no solo tenían que ser conocidos sino en muchos casos terroríficamente justificados por tanto pseudorevolucionario como algo necesario para la construcción del socialismo.

Podemos buscar muchas semejanzas entre los sistemas totalitarios que han ensombrecido el siglo XX y una de ellas es la perfección de sus sistemas de espionaje y policiales, hay que recordar el pacto nazi-soviético que llevo a los partidos comunistas a una táctica de propaganda anti-burguesa en contra de las democracias occidentales dejando de lado la expansión nazi que estaba teniendo lugar. Solo con el ataque sorpresa de Hitler a la URSS en 1941 y la consiguiente entrada del estado soviético en la Segunda Guerra Mundial, Alemania se convirtió para la propaganda oficial comunista en un estado agresor fascista. En Francia, el partido comunista supo venderse muy bien posteriormente como el gran y casi único partido de la Resistencia. En España ocurriría algo similar en la lucha contra el régimen franquista y a la muerte del dictador, el partido que lideraba Carrillo se las arregló para aparecer como el auténtico garante de la democracia de las masas.

La historia ha colocado al PCE tan solo parcialmente en su lugar ya que el olvido histórico toma diferentes formas según los intereses de los que lo traten, sean por parte de aquellos que quisieron aplastar totalmente la libertad mediante la construcción del estado totalitario o por éstos que no se sonrojan al afirmar esa estupidez de que hemos llegado al fin de la historia, que no solo sostienen que la lucha de clases forma parte ya de otra existencia sino que niegan a tantos hombres y mujeres que quisieron crear un mundo donde no hubiera cabida para la injusticia, que no sustituyera una forma de represión y explotación por otra, como sí hicieronlos comunistas.

Soy bastante joven y me cuesta bastante hablar tan categóricamente de todo esto pero me siento obligado a señalar a aquellos dirigentes comunistas españoles que se las han arreglado para pasar a la historia como defensores a ultranza de las libertades. La realidad fue otra bien distinta. La realidad es que a estas alturas no se puede sostener que los horrores eran cosa del régimen estalinista con el desconocimiento por parte de estas figuras. Por cierto, ahora que por tristes caprichos del dios mercado el asunto de los maquis esta en el candelero hay que hablar de esa terrorífica historia tan poco divulgada que habla del cansancio de Stalin respecto a los guerrilleros españoles y su orden de acabar con los mismos dirigida a una delegación del PCE encabezada por Carrillo e Ibárruri que acataron su deseo de manera inmediata, llegando incluso por parte de Carrillo a ordenar la liquidación de las últimas guerrillas5.

La historia se escribe de manera insultantemente maniquea. Durante la mayor parte del tumultuoso siglo que acabamos de abandonar, ese siglo dominado por esa pandemia llamada ideología que, parafraseando a Bakunin, ahoga en cualquier caso el pensamiento, muchos se resistieron a manifestarse en contra del comunismo ante el temor de ser tildados de fascistas, cuando en la práctica hay mínimas diferencias entre estos sistemas totalitarios. Hoy todavía sobrevive gracias a la perpetuación de la mentira en las mentes de tantos izquierdistas el mito de la Cuba comunista, esa maravillosa isla tan maltratada por la historia, atenazada por ese híbrido de dictador bananero y guerrillero pseudorevolucionario que es Fidel Castro. He tenido ocasión de visitar la isla en un par de ocasiones y he podido comprobar -es presuntuoso quizá utilizar este verbo por respeto a tantas personas víctimas del régimen castrista, emplearé el de intuir- el horror de la mejor tradición estalinista: culto a la personalidad del líder, estado policial en toda regla, burocracia y centralización llevadas al límite... escuché relatos estremecedores sobre torturas y delaciones promovidas por un sistema que ha llevado a la gente a no tener ninguna esperanza en la mayor parte de los casos, o a alimentarse de la gran mentira en muchos otros. Hubo también quien me preguntó cómo era posible que se siguiera teniendo desde fuera esa imagen “amable” de un todo un dictador.

La respuesta hay que buscarla en esa gran mentira que es el comunismo

José María Fernández

1-Hay quien sostiene que la auténtica revolución antizarista, democrática y popular se produjo en febrero de 1917 y lo que ocurrió en octubre en realidad fue un golpe de estado bolchevique, la situación en los años posteriores con un cruenta guerra civil y las intervenciones militares extranjera hacían que fuera muy difícil analizar todo el desarrollo contrarrevolucionario que estaba teniendo lugar. Las primeras deportaciones tuvieron lugar en 1919. Las primeras víctimas fueron los socialistas revolucionarios que tenían en sus manos la Duma (parlamento) tras las primeras elecciones democráticas, muy pronto les siguieron los nacionalistas demócratas y socialistas, ucranianos, georgianos, armenios... y, por supuesto, los anarquistas.

2-Términos que me gustaría pensar que son reconciliables e incluso indisociables, acabando por un lado con el débil concepto de democracia que tienen los “liberales” actuales y por otro con el carácter peyorativo que pretenden darle algunos supuest@s revolucionari@s. Lo criticable a mi parecer es la aplicación práctica y el lenguaje que nos impone el sistema, no la propia palabra en sí. Si la definición de democracia es complicada a estas alturas, sin añadirle ningún apelativo podríamos intentarla como aquel sistema donde l@s individu@s eligen sobre los asuntos que les atañen con pleno acceso a toda información y cultura, buscando reducir la delegación política a su mínima expresión. Podemos comprobar que en la práctica poco tiene que ver con ello, reduciéndose a ese objeto tan colorista que es una urna y que legitima a determinadas personas -ya tengan uno u otro collar- a decidir sobre nuestros designios sobre determinado período de tiempo.

3-Dicha teoría abogaba por la construcción del socialismo extendida a otros países, idea que ya se encontraba en Lenin y los primeros dirigentes bolcheviques; la idea del “socialismo en un solo país” llegaría posteriormente con Stalin.

4-Dicha epopeya se conoció gracias a los medios anarquistas europeos Fue un importante movimiento guerrillero y social, en el que dos millones de campesinos ucranianos se organizaron en colectividades y comunas libres inmediatamente después de la revolución, la tradición revolucionaria de la región encontró en la organización libertaria su mejor opción. Dicho movimiento fue ocasionalmente aliado del ejercito rojo ante la amenaza de los ejércitos blancos; naturalmente, tenían poco que ver con los bolcheviques que, bajo las ordenes de Trotski y Lenin y visto el éxito de la gesta makhnovista, comenzaron a masacrarlos a partir de 1921. De haberse desarrollado este movimiento habría cambiado la historia de Rusia y, quizá, de la humanidad.

Para conocer en su totalidad los hechos hay que remitirse al libro de Volin –otro de los promotores de la gesta- “La Revolución desconocida” (Editorial Proyección, 1977) y una novelización reciente de Héctor Schujman llamada “La Revolución desconocida. Ukrania 1917-1921, la gesta Makhnovista” (Nossa y Jara Editores, 1999).



5-Este episodio lo menciona de pasado Carlos Semprún Maura en su libro “Vida y mentira de Jean-Paul Sartre” y cita unas fuentes tan poco sospechosas como Enrique Líster y Federico Sánchez (Jorge Semprún).

Fuente: Ingobernables

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