NO HAY NOCHE SIN DIA NI LIBERTAD SIN ANARQUIA - LOS BIENES MAS PRECIADOS SON LA VIDA Y LA LIBERTAD - SALUD, ANARQUIA Y REVOLUCIÓN SOCIAL-

viernes, 6 de enero de 2012

LA ANARQUIA AL ALCANCE DE TODOS de Federico Urales

hombre deje de emplear toda su vida y todo su amor en aquello por el cual reúne condiciones, en aquello que atraiga su gusto y su dicha.


Se dice, a menudo, que para que la anarquía fuese posible seria preciso que los hombres fueran mejores que son, y lo dicen unos que estiman que las personas somos hijos de Dios, todo poder, bondad y misericordia y que, además, las hizo a su semejanza, y lo dicen otros que creen que el ser humano es una magnifica obra de la evolución animal.

¿Cómo pueden ser mejores los hombres en el caso de ser fruto de un Dios sabio, justo y omnipotente?

¿Ni como podemos ser mejores, si somos la suma mejora en la evolución?

Pero veamos si somos malos, y si, comparados con los demás seres, hemos sabido constituir una sociedad mejor que todos.

Seria prolijo y pesado enumerar aquí la solidaridad que existe en las sociedades animales.

El insigne y pacienzudo Fabre lo cuenta y lo aprueba de una manera magistral en su obra –

La vida en los seres inferiores.

Los animales, todos los animales de una misma especie, se ayudan en los momentos difíciles y de peligro, y algunos tienen establecido el comunismo de por vida. Solo los hombres se atacan entre si y ¡ caso raro! En algunas ocasiones, los animales domésticos.

De aquí deduce el asombroso naturalista y nosotros con el, que la domesticidad, digamos civilización y casi podríamos decir educación, ha influido para mal en el hombre y en cuantos animales ha logrado domesticar.

Las razones son lógicas.

Obligados los seres humanos, por una falsa civilización, a vivir en un círculo reducido, reducido en relación del espacio que la materialidad y la intelectualidad del hombre necesita, sus facultades morales se exasperan e irritan por falta de lo que podríamos llamar libertad y vida.

El sociólogo señala aquí, separándose ya del naturalista, pero tomándole como punto de partida para su sociedad libertadora, que donde los hombres viven mas apretados, mas amontonados atraídos por el desarrollo de una o de algunas industrias, es donde se atacan y dañan mas a menudo.

Es el mismo caso de los animales que el hombre ha domesticado, obligados, por su misma domesticidad, a vivir en espacio reducido. Se atacan porque, acumulados se estorban, se molestan, quitándose mutuamente lo que mutuamente necesitan.

Libres como los demás animales, no se molestarían, y no se molestarían porque la

Naturaleza ha sido tan sabia que a todos ha dado gusto diferente, lo mismo que a las plantas, y para todos produce. Cada especie de animales necesita alimento distinto, como cada género de plantas necesita, para nutrirse, substancias diferentes.

De lo dicho podemos encontrar pruebas a cada momento y en todas partes, ofreciéndonos los árboles ejemplos vivos plántese de un mismo genero en espacio reducido y no prospera uno plántense y plántense pocos y prosperan todos. Plántense pocos y de diferente clase y prosperaran aun mas, porque no se quitaran mutuamente las substancias que hay en la tierra necesarias a todos, y que el sol y el agua reponen sin cesar.
Y esos seres que no tienen voluntad ni movimiento cuando se les obliga a vegetar muchos en espacio reducido, se atacan y luchan también, por la vida, como los animales y como los hombres.

Así que la lucha entre seres de una misma especie no es natural, es una consecuencia del amontonamiento en que la civilización y al domesticidad les obliga a vivir.

Pues bien, si el hombre es, moralmente, superior a todos los seres animales y vegetales, lo mismo siendo hijo de Dios, que siéndolo de la evolución ¿A santo de que tendrían que dañarse y matarse si les diéramos la tierra y la libertad que necesitan? No es racional sospecharlo. Pero la domesticidad en los hombres a causado muchos mas estragos morales y físicos que en los demás animales.

Cuando un animal domestico tiene hambre, por muy domesticado que este es inútil que se le vaya con sermones ni con leyes, comerá de lo que tenga a boca y si esta atado romperá la cuerda y luego, si es preciso, derribara el tabique que lo separe del saco lleno de lo que acostumbra a comer.
Así el solípedo, así el bovino, el paquidermo. En cambio poned un hombre hambriento delante de un escaparate lleno de fiambres y no se atreverá a romper el cristal, temeroso del castigo que habrán de imponerle el sacerdote y el juez.

Todos los animales se convierten en fieras cuando a sus hijos se trata. En cambio, el hombre los ve morir de frió, de hambre, de falta de dinero para comprar la medicina o el aparato que ha de salvarles sin rebelarse, sin atacar, sin salir a la calle matando a quienes tienen la culpa de la muerte de sus hijos sin zapatos, sin vestidos y sin pan, estando de ellos llenos los escaparates y las tiendas.

Y si ante la domesticidad de este hombre que muere de hambre y deja que de ella mueran sus hijos, habiendo en todas partes lo que a él le falta, podemos afearle de algo, no será, ciertamente de malo, o será de malo por demasiado bueno.

De suerte que aquí lo que le sobra al hombre es bondad, lo mismo para vivir libremente hoy que para hacerlo mañana.

Así como con trabajo, agua y abono no hay tierra mala, así también, con libertad, pan y trabajo no hay hombre malo.

Capitulo IV

Si las leyes no tuvieran un origen injusto puesto que están destinadas a mantener y ha hacer respetar los privilegios de unos contra las necesidades de otros, tendrían el defecto gravísimo que las viole el poderoso y de caer sobre el humilde con todos los agravantes que su interpretación permita. No hemos de emplear tiempo explicando lo que esta en la conciencia de todo el mundo.

Los códigos si son una balanza no son la de la justicia, por cuanto las pesas están en el bolsillo de cada uno y los bolsillos, así los que nada pesan como los que pesan mucho representan u horas muy amargas o grandes atentados a la salud y a la vida de nuestros semejantes.

Hemos de mantener con el nombre de leyes una reglamentación perjudicial a la dicha misma de los que en ellas amparan sus intereses, aunque, a decir verdad, esa reglamentación les garantiza a ellos una vida mejor que la que gozan los que no tienen privilegios que amparar. Y es porque, a pesar de la fuerza que representa toda ley en la ignorancia del vulgo, ni es por este lo suficiente respetada para ser eficaz, ni la ley otorga el bienestar que la sociedad anarquista ofrecerá a todos los seres humanos, incluso a los que actualmente son sus enemigos.

Con otros jueces sucedería lo mismo y dueño del poder otra clase se repetiría igual fenómeno, por que el mal no esta en el juez ni en la clase esta en un sistema que admitiendo la existencia de ricos y pobres, todo el mundo quiere ser de los primeros, en perjuicio de los segundos, sin que esto equivalga a que los pobres y menos en nuestros días, sancionen, de buena gana un estado social que los condena a la escasez y a la ignorancia.

Ser poderoso actualmente no es sinónimo de ser inteligente, ni de ser bueno, ni de ser sabio: solo lo es de ser rico. Y la riqueza no se alcanza produciendo ni estudiando ni beneficiando a nuestros semejantes sin adulterando los productos envenenando o explotando a la humanidad, sembrando desdichas y disgustos en las Bolsas, en el mercado, en el taller, acaparando y encareciendo los artículos de primera necesidad, en fin, haciendo uso de unos recursos innobles y agudizando unas facultades que, por cierto, no son las superiores del hombre. Siendo el dinero el poder y alcanzándose de manera tan ruin, las clases que dirigen los destinos de las naciones, moralmente consideradas, son las peores.

¡Cuantas veces hemos leído que el trigo se ha averiado en poder de los acaparadores, al mismo que los pobres de alguna región se han sublevado por falta de pan!.

A los cerebros sanos y estudiosos deberían les bastar estos detalles para convencerse de que el mundo funciona pésimamente. Y el hecho de que estos mismos males se desarrollen en todos los sistemas políticos en funciones, debería convencerles, también, de que no han de curarse con los remedios que pueden ser utilizados dentro de la sociedad actual.

Contra estos argumentos, tan claros y precisos, todos los sofismas se estrellan. Una sociedad que estos permiten no tiene defensa. La escasez, si no fuera justa, a lo menos se explicaría se proviniese de la falta de artículos, si los hombres con su actividad pudieran corresponder al consumo; pero desde el momento que es un recurso para multiplicar el capital en poco tiempo, a de merecer y merece, y ha de obtener y obtienen, las censuras y ataques de los que apoyados en el principio de la dignidad del hombre y de inviolabilidad de la autonomía humana defendemos aquella dignidad y esta autonomía.

Los sanos de inteligencia y los buenos de corazón no podemos estar con esta sociedad metalizada y no lo estamos.

Hemos visto al hombre explotando al hombre, al padre subyugando y estrujando al hijo; al hijo menos preciando y abandonando al padre; a los hermanos contendiendo; a la madre fastidiarle

SEGUIRA EL FINAL EN LA PROXIMA PARTE

No hay comentarios: