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lunes, 29 de diciembre de 2008

Cadiz una provincia con 200000 parados


Cádiz ya superó esta barrera en 1995 y los empresarios ven probable que lo vuelva a hacer La escalada del desempleo supondría un efecto dominó en toda la economía gaditana
«Vas a ser lo único que me salve, vas a ser lo único que me salve...» Dicho en inglés («You're gonna be the one that saves me»), la canción suena una y otra vez en una radio de una provincia con más de 200.000 personas apuntadas a las listas del paro, donde la convulsión es tal que las manifestaciones vuelven a la calle, el puente Carranza arde por enésima vez, los cambios en política se suceden y el pesimismo alcanza todos los rincones. Aunque suene algo exagerado, todo lo anterior no es una visión profética de lo que será 2009, sino una rápida descripción de cómo era Cádiz la última vez que sus desempleados sumaron más de los 200.000. Era el año 1995.

¿Puede volver a suceder? En unos pocos días, saldrá el dato definitivo de 2008 de paro registrado (el oficial del antiguo INEM y del Servicio Andaluz de Empleo). A 30 de noviembre (que es el último número conocido), había 143.549 gaditanos y gaditanas que se reconocían como demandantes de empleo. De ellos, más de 82.000 recibían la prestación por desempleo, con lo que ya hay 60.000 personas con unos ingresos por debajo de los 500 euros o sin un solo euro del Estado (no hay que olvidar las múltiples ayudas familiares, la Renta de Inserción Básica, etcétera). Pero todo eso, tanto la prestación como los aguinaldos, también se agotará en algún momento.

«Y entonces el ciudadano se encontrará con que no hay un trabajo que coger», sentencia un trabajador de la oficina del Servicio Público Estatal de Empleo en la avenida de Portugal de la capital (la que atiende a más habitantes de la ciudad). Ese panorama, el de no tener un empleo donde agarrarse es el que le espera a la provincia en unos pocos meses.

La cifra de los 200.000 parados sería la primera ficha de un macabro dominó. Salvando las distancias con 1995 (la principal es que entonces había casi tantos desempleados como trabajadores y ahora, aunque se supere la barrera psicológica de los dos centenares de miles, hay también el doble de personas con un sueldo), la primera víctima de toda recesión es el asalariado. Las empresas llevan todo 2008 multiplicando los casos de Expedientes de Regulación de Empleo, los procesos concursales, las disoluciones, los cierres de actividad. La Confederación de Empresarios de Cádiz calcula que se han perdido unas 4.000 empresas (en un territorio donde no sobraban y que presentaba una de las peores tasas del país en cuanto a tejido de emprendedores). El número de autónomos se ha recortado en varios miles y la contratación se ha frenado (en noviembre apenas se firmaron 1.700 acuerdos indefinidos y el total, de 34.000, es un tercio inferior a lo que había a principios de año).

Del andamio a la huerta

Ni uno solo de los sectores de actividad se salva. La construcción ha acaparado tamaña cantidad de titulares que su sombra ha tapado las carencias del resto. Bien es verdad que los 27.409 desempleados del ladrillo son casi el doble de lo que había hace doce meses y su sangría parece no terminar nunca, aunque los servicios han añadido casi 17.000 demandantes más, la agricultura unos 2.000 y la industria (la que estaba llamada a ser la gran esperanza laboral para la provincia a finales de 2007), otros 800 (eso, sin incluir a los 1.500 de Delphi, que no están considerados como parados oficiales).

La curva de todos los sectores continúa a la baja y, en efecto, sólo la industria podría dar un respiro si durante 2009 empiezan a funcionar esas empresas prometidas (ya son nueve, tras caerse hace unos días Capital Energy de las cuentas), que deberían regenerar el dañado tejido industrial de la Bahía. También se espera árnica de las pequeñas obras financiadas por el fondo estatal de inversiones que el Gobierno ha puesto a disposición del Ayuntamiento. «Pero nada de eso podrá parar la situación», concluye Miguel González Saucedo, presidente de los empresarios gaditanos.

Es decir, que con la acumulación de gaditanos sin ingresos estables, se paralizará por completo el mercado hipotecario, ya con serios problemas durante todo 2008 a raíz del descalabro financiero. El consumo se resentirá, dado que nadie podrá pedir créditos a los bancos y eso supondrá, por ejemplo, que el mercado de la automoción continuará cuesta abajo sin frenos (y ya anda por apenas 1.400 coches vendidos al mes, frente a los 3.000 o 4.000 de finales de 2007, en datos de Acoauto, la asociación del sector).

El parón del consumo se extenderá al pequeño comercio y, sobre todo (los pequeños más tradicionales han pasado muchas crisis y aguantarán), a los grandes, que ya no contratarán tantos refuerzos como cajeras, reponedores, personal de oficina... Precisamente, ese tipo de empleo no cualificado que configura el perfil del demandante gaditano medio.

¿Y el turismo? El sector admite que con repetir los datos de 2006 se contenta. Sin embargo, en el verano pasado recortaron en un 20% al personal empleado (pese a mantener la ocupación habitual), según datos del Instituto Nacional de Estadística. Y eso no supone ningún buen augurio para 2009.

Luego queda la economía sumergida. Desde luego, Cádiz no podría sobrevivir como lo hace ahora, con esos 143.549 parados y sin nadie que vaya rompiendo los escaparates, si no fuera porque el 25% de su desarrollo (según la asociación de técnicos de Hacienda) se produce gracias al dinero negro: desde la oculta corriente delictiva ligada al urbanismo o al narcotráfico hasta los apaños de instaladores del hogar, servicios de limpieza, hostelería o pago a medias de las cotizaciones sociales. Una situación de frenazo generalizado avivará aún más estas ascuas.

«Habrá que aguantar», opinan los experto s y «rezar para que no vaya a peor», añaden sindicatos y empresarios. 1995 pasó, llegó 1996 y unos años después se recuperó la economía. Wonderwall, que es la canción de Oasis que sonaba en aquella Navidad de 1995, hablaba de esperanza.

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