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miércoles, 5 de septiembre de 2007

El hogar de la filontropia obrera


El hogar de la filantropía obrera3 09 2007
Alejandro Barragán. Diario de Cádiz Lunes 3 de septiembre de 2007.
EL PUERTO. El edificio que hay en el número 7 de la calle Gatona es en sí mismo un archivo de la historia social portuense. Aunque el inmueble que existe ahora es sólo un vestigio de lo que fue a comienzos del siglo pasado, por su interior han pasado un gran número de asociaciones y entidades de marcado carácter filantrópico. Nacido en 1920, de manos de las sociedades obreras jerezanas, ahora vive una época de trámites ministeriales para que su titularidad pase del Estado a sus legítimos herederos.
Vicente Caamaño (hermano del recientemente homenajeado sindicalista portuense Esteban Caamaño) vivió de niño con toda su familia en este edificio hasta que al inicio de la Guerra Civil la Falange se hizo con él y acabó con su significado original. Eran los tiempos de la Colonia Escolar Obrera Jerezana, a donde venían los hijos e hijas de los trabajadores del campo de Jerez en periodos de quince días para ir a la playa en verano. Aquella escuela, según recuerda Caamaño, tenía varios patios y jardines, y contaba con una enorme habitación donde se disponía en hileras un centenar de camas para los niños. La comida que sobraba aquellos días se repartía entre la gente del barrio, según recuerda Caamaño. Durante la guerra, los Caamaño tuvieron que abandonar el edificio cuando la Falange instauró, por muy poco tiempo, un cuartel para sus jóvenes flechas. Vicente Caamaño estuvo presente cuando se llevaron “las camas y los útiles de cocina al “hospital de sangre” de los jesuitas”.
Ya durante la dictadura, nada quedaba de la colonia escolar salvo sus muros, que luego dio cobijo a la Residencia de Educación y Descanso. Incluso, llegó a servir como dormitorio para la escolta que seguía a Franco en sus visitas a la ciudad. Finalmente, la Falange cedió (mediante un contrato de compra-venta un tanto peculiar) parte del inmueble a la desaparecida Junta local de menores.
Una vez instaurada la democracia, se instaló el Centro de Adultos durante unos años hasta que se marcharon por el mal estado en que se encontraba el edificio.
A comienzos de los 90, los sindicatos CNT y UGT solicitaron por separado la devolución de este edificio como patrimonio sindical histórico al Ministerio de Trabajo. Sin embargo, hoy no hay nada resuelto por la falta de pruebas que confirmen la herencia del edificio. UGT y CNT mantienen una discusión sobre quiénes estaban detrás de las sociedades obreras jerezanas en el momento en que estalló la guerra.
Las escrituras de la época hablan exclusivamente de las sociedades obreras jerezanas, sin mencionar a la CNT o la UGT. No obstante, ambas agrupaciones se afanan en buscar documentos que demuestren su herencia. Así, en los documentos policiales y administrativos consultados en el archivo jerezano inciden en que la mayoría (un 80 por ciento) de estas sociedades de Jerez estaban de algún modo adheridas a la CNT en el 36. La UGT, por su parte, aporta una escritura de compra del inmueble en la que aparece el símbolo de su sindicato y recurre a diversos documentos aparecidos en prensa y a la afiliación de los precursores de la colonia a esta central sindical, tal y como señala Elías Py, secretario local de la unión.
Con todo, en 2005, el Ministerio denegó la devolución a ambos al considerar que no había pruebas de que el edificio fuera patrimonio de alguno de estos dos sindicatos. Luego, CNT recurriría esta decisión, aportando los documentos extraídos del archivo de Jerez. El secretario nacional de Patrimonio de la CNT, Juan Ariza, explica que ante estas dudas, el Estado tiende a devolver el patrimonio a partes iguales, algo que este sindicato acepta desde el principio y al que se niega la UGT. No obstante, la subdirección general de Patrimonio Histórico del Ministerio comunicó a comienzos de agosto sobre la aceptación de un informe favorable para el expediente administrativo de la devolución de la mitad del edificio a la CNT.
Mientras tanto, la CNT tomó el edificio, abandonado entonces, en agosto de 1997, cumpliéndose ahora su décimo aniversario. Desde entonces usan el edificio como sede sindical pero también le han dado un uso social. Allí se encuentran ubicadas las asociaciones Pro Derechos Humanos, Arco Iris, y el colectivo BAI. En estos diez años, el antiguo colegio de la Gatona también ha sido escenario de multitud de conferencias y convivencias. Su espíritu filantrópico de los comienzos aún no ha desaparecido: en su interior hay una biblioteca abierta al público, locales de ensayo, e incluso se han dado clases particulares gratuitas a niños del barrio.

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